Barack Obama #44
44vo. Presidente de los Estados Unidos de América, Barack Hossein Obama (2009 - 2013) / Foto: Internet. |
Esta nota editorial tuvo que esperar. Tuvo que esperar porque hoy ―4 de noviembre de 2008― es un día histórico en los Estados Unidos de América.
Y es un día histórico por varias razones: porque marca un hito como el comienzo de una nueva era política en esta gran nación; porque marca un final generacional al elegir como presidente a un hombre que nada tiene que ver con las querellas políticas y raciales del pasado; y porque precisamente al romper con ese pasado representa la esperanza de un futuro más armonioso y menos tumultuoso en sus diferencias.
De modo pues que hoy es un día no sólo histórico, sino asimismo un día que se constituye en la piedra de toque de toda una nueva generación de hombres y mujeres que desean aproximarse a los viejos problemas con renovadas esperanzas y con diferentes actitudes de confianza en sus soluciones.
El senador demócrata por Illinois, Barack Obama, ha salido ganador de esta contienda electoral. Pero aún está por verse si gana la confianza de una sociedad escéptica y temerosa del futuro, que por hoy ha cifrado sus anhelos en un hombre que durante su campaña prometió el cambio y apeló a la esperanza de sus conciudadanos.
Más allá de los discursos, los eslóganes y las ondeantes banderillas de triunfo, una feroz realidad aguarda al 44vo. Presidente de los Estados Unidos de América. Una realidad que no puede ser obviada con un emotivo discurso de triunfo ni con promesas esbozadas en nociones crípticas y argumentadas con ambiguas estadísticas. Sobre todo es una realidad que hoy día engloba a todo el planeta y arrastra con ella millones de seres que viven en carne propia las decisiones tomadas por el inquilino de la Casa Blanca.
El mundo entero ha seguido de cerca el desarrollo de los eventos en esta gran nación, que ahora han tomado forma y tienen una voz y un rostro: Barack Obama. Como tal, el equipo Obama afronta uno de los periodos más difíciles desde que Franklin Délano Roosevelt ganó la presidencia en 1932 y se enfrentó a la Gran Depresión. Y la ironía estriba en que la generación que constituye ese equipo es quizás una de las menos preparadas para afrontarlo.
La generación del senador Obama es una que creció en la prosperidad y opulencia de las eras Reagan, Bush padre y Clinton, con la promesa de un futuro asegurado. Una generación bien educada, apática a los problemas sociales, y políticamente indiferente. Lo irónico de esta situación es que es la generación que ahora tendrá que solventar unos problemas que esencialmente desconoce y de los que carece de experiencia práctica para afrontar.
Pero la ansiedad y el temor de la sociedad estadounidense iban en aumento y se reclamaba un cambio. Por hoy, la promesa del cambio se ha materializado en el presidente electo Barack Hussein Obama.
Pasada la euforia del triunfo, la contundente realidad de los Estados Unidos de América aguarda como una colosal piedra de Sísifo: dos cruentas guerras simultáneas, cifras de desempleo en aumento, un alto costo de la vida, el deterioro económico de la clase media, la pérdida de prestigio, credibilidad y liderazgo en el mundo... La tarea es enorme.
Por hoy prevalece la esperanza y casi toda la nación se deleita en su triunfo. Pero ya lo advirtió el nuevo presidente: es la hora de probarle al mundo que somos los Estados Unidos de América; unidos no por nuestras diferencias sino por nuestra fortaleza al afrontar juntos los retos del futuro.
ARMANDO MOLINA
San Francisco, California
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