POESÍA: Héctor Rosas Padilla
ARTE: Francisco I. Zayas (ESA).´Urbano´ |
HÉCTOR ROSAS PADILLA
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Mis poemas
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Mis poemas
Poco a poco los he ido rompiendo
como se rompe una botella
un vaso rebasado de murmullos.
Contenían los mejores o peores momentos
de mi vida de risitas de hiena
y gritos en los desiertos de concreto
y aullidos ante ventanas cerradas, clausuradas.
Poco a poco los he ido destruyendo
no obstante haber significado para mí
robarle minutos a la noche
no obstante haber significado para mí
robarle minutos a la noche
y otros minutos al día,
no estirar los dedos para nada,
confundir nombres en la oficina,
gritos de los que dictan memorándum,
de los vecinos que me pedían con toda el alma
que me introdujera en el trasero
mi máquina de hacer ruido.
Batallas y más batallas con las tinieblas,
con las abuelas que reclamaban en silencio
para escuchar los llantos
las estupideces que estallan en las telenovelas.
Con los que exigen silencios para seguir
muriendo, idiotizándose.
no estirar los dedos para nada,
confundir nombres en la oficina,
gritos de los que dictan memorándum,
de los vecinos que me pedían con toda el alma
que me introdujera en el trasero
mi máquina de hacer ruido.
Batallas y más batallas con las tinieblas,
con las abuelas que reclamaban en silencio
para escuchar los llantos
las estupideces que estallan en las telenovelas.
Con los que exigen silencios para seguir
muriendo, idiotizándose.
Poco a poco los he ido destruyendo
Porque sabía que no podría ponerles punto final,
porque el plumero reclamaba mis manos,
porque eran simples mugidos de la soledad,
simples maullidos de gato invocando a su gata,
porque amenazaban con invadir
los cajones de otros miembros de mi familia,
porque hinchaban los cajones de mi cómoda,
porque en vez de extraer una chompa, una bufanda,
cogía un poema,
porque los poemas no pueden protegernos del invierno
ni llenarnos el estómago, según dice la más dura de la familia
Solamente unos cuantos escaparon de mi neurosis.
Mujer
“Sucia de besos y arena”.
F. García Lorca
aún me siento húmedo de todas las playas del sur
donde fuimos una rama encima de la otra
dos olas ardiendo
dos crustáceos en celo
dos gaviotas dejando sus huellas
(que eran efímeros poemas escritos
con signos que sólo nosotros entendíamos)
aún me siento húmedo de todas las madrugadas invernales
y de ti
mitad mujer mitad mar
Porque sabía que no podría ponerles punto final,
porque el plumero reclamaba mis manos,
porque eran simples mugidos de la soledad,
simples maullidos de gato invocando a su gata,
porque amenazaban con invadir
los cajones de otros miembros de mi familia,
porque hinchaban los cajones de mi cómoda,
porque en vez de extraer una chompa, una bufanda,
cogía un poema,
porque los poemas no pueden protegernos del invierno
ni llenarnos el estómago, según dice la más dura de la familia
Solamente unos cuantos escaparon de mi neurosis.
* * *
Ciudad de nuestros días
Entro a la ciudad
como quien entra a un nudo de sierpes.
Alguna veces lo hago
armado
hasta los dientes.
Otras veces más desarmado que un león
desdentado
para ser presa fácil
de
los hijos de puta.
* * *
Mujer
“Sucia de besos y arena”.
F. García Lorca
aún me siento húmedo de todas las playas del sur
donde fuimos una rama encima de la otra
dos olas ardiendo
dos crustáceos en celo
dos gaviotas dejando sus huellas
(que eran efímeros poemas escritos
con signos que sólo nosotros entendíamos)
aún me siento húmedo de todas las madrugadas invernales
y de ti
mitad mujer mitad mar
| Héctor Rosas Padilla, poeta, periodista y escritor, nacido en Cañete, Perú en 1951. Poeta del amor y el desamor, es el autor del poemario “Las Palabras” (Edit. Francois Villón, Calif. 1992) de donde fueron tomados estos poemas. Por muchos años fue jefe de redacción del periódico La Nueva Prensa de California, en el Área de la Bahía de San Francisco. Radica en Concord California desde 1990.
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