De la Nueva España ▪︎ Fray Bartolomé de Las Casas
Brevisima relación de la destrucción de las Indias (portada original del libro del obispo Las Casas publicado en 1552). |
■ El texto ha sido transcrito del libro original escrito en castellano antiguo, "Brevisima relación de la destrucción de las Indias, colegida por el obispo don fray Bartolomé de las Casas o Casaus", publicado originalmente en 1552 en España.
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Por FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS
En el año de mil quinientos y diez y siete se descubrió la Nueva España (62), y en el descubrimiento se hicieron grandes escándalos en los indios y algunas muertes por los que la descubrieron. En el año de mil quinientos y diez y ocho la fueron a robar y a matar los que se llaman cristianos, aunque ellos dicen que van a poblar (63). Y desde este año de diez y ocho hasta el día de hoy, que estamos en el año de mil quinientos y cuarenta y dos, ha rebosado y llegado a su colmo toda la iniquidad, toda la injusticia, toda la violencia y tiranía que los cristianos han hecho en las Indias, porque del todo han perdido todo temor a Dios y al rey, y se han olvidado de si mesmos. Porque son tantos y tales reinos de la gran Tierra Firme, que todas las cosas que hemos dicho son nada en comparación de las que se hicieron; pero aunque las dijéramos todas, que son infinitas las que dejamos de decir, no son comparables ni en número ni en gravedad a las que desde el dicho año de mil y quinientos y cuarenta y dos, y hoy, en este día del mes de septiembre, se hacen y cometen las más graves y abominables. Porque sea verdad la regla que arriba pusimos, que siempre desde el principio han sido obras infernales.
Así que desde la entrada de la Nueva España, que fue a diez y ocho de abril de dicho año de diez y ocho (64), hasta el año de treinta, que fueron doce años enteros, duraron las matanzas y estragos que las sangrientas y crueles manos y espadas de los españoles hicieron continuamente en cuatrocientas y cincuenta leguas en torno cuasi de la ciudad de México y a su rededor, donde cabían cuatro y cinco grandes reinos tan grandes y harto más felices que España. Estas tierras todas eran las más pobladas y llenas de gentes que Toledo y Sevilla y Valladolid y Zaragoza, juntamente con Barcelona, porque no hay ni hubo jamás tanta población en estas ciudades, cuando más pobladas estuvieron, que Dios puso y que había en todas las dichas leguas, que para andarlas en torno se han de andar más de mil y ochocientas leguas. Mas han muerto los españoles dentro de los doce años dichos en las dichas cuatrocientas y cincuenta leguas, a cuchillo y a lanzadas, y quemándolos vivos, mujeres y niños y mozos y viejos, de cuatro cientos de ánimas, mientras que duraron (como dicho es) lo que ellos llaman conquistas, siendo invasiones violentas de crueles tiranos, condenadas no sólo por la ley de Dios, pero por todas las leyes humanas, lo son y muy peores que las que hace el turco para destruir la Iglesia cristiana. Y esto sin los que han muerto y matan cada día en la susodicha tiránica servidumbre, vejaciones y opresiones cotidianas.
Particularmente no podrá bastar lengua ni noticia e industria humana a referir los hechos espantables que en distintas partes y juntos en un tiempo en unas, y varios, en varias, por aquellos huestes (65) públicos y capitales enemigos del linaje humano, se han hecho dentro de aquel dicho circuito, y aun algunos hechos según las circunstancias y calidades que los agravian, en verdad que cumplidamente apenas con mucha diligencia y tiempo y escritura no se pueda explicar. Pero alguna cosa de algunas partes diré, con protestación y juramento de que no pienso que explicare una de mil partes.
Entre otras matanzas hicieron esta en una ciudad grande de mas de treinta mil vecinos, que se llama Cholula (66); que saliendo a recibir todos los señores de la tierra y comarca, y primero todos los sacerdotes con el sacerdote mayor, a los cristianos en procesión y con grande acatamiento y reverencia, y llevándolos en el medio a aposentar a la ciudad y a las casas de aposentos del señor o señores della principales, acordaron los españoles de hacer allí una matanza o castigo (como ellos dicen) para poner y sembrar su temor y braveza en todos los rincones de aquellas tierras. Porque siempre fue esta su determinación en todas las tierras que los españoles han entrado, conviene a saber, hacer una cruel y señalada matanza, porque tiemblen dellos aquellas ovejas mansas. Así que enviaron para esto primero a llamar todos los señores nobles de la ciudad y de todos los lugares a ella sujetos, con el señor principal. Y así como venían y entraban a hablar al capitán de los españoles, luego eran presos sin que nadie los sintiese, que pudiese llevar las nuevas. Habían pedido cinco o seis mil indios que llevasen las cargas; vinieron todos luego y métenlos en el patio de las casas. Ver a estos indios cuando se aparejan para llevar las cargas de los españoles es haber dellos una gran compasión y lástima, porque vienen desnudos en cueros, solamente cubiertas sus vergüenzas y con unas redecillas en el hombro con su pobre comida; pónense todos en cuclillas, como unos corderos muy mansos.
Volviendo la péndola (83) a hablar del grande tirano capitán que fue a los reinos de Guatimala, el cual, como esta dicho, excedió a todos los pasados e igual con todos los que hoy hay, desde las provincias comarcanas a México, que por el camino que el fue (segun el vio) (84) estan del reino de Guatimala cuatrocientas leguas, fue haciendo las matanzas y robos, quemando y robando y destruyendo donde llegaba toda la tierra con el título, susodicho, conviene a saber, diciendoles que se subjectasen a ellos, hombres tan inhumanos, injustos y crueles, en nombre de rey de España, incognito y nunca jamas dellos oido. El cual estimaban ser muy mas injusto y cruel que ellos; y aun sin dejallos deliberar, cuasi tan presto como el mensaje, llegaban matando y quemando sobre ellos.
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62- Expedición de Francisco Hernández de Córdoba: Historia, libro III, cap.96.
En el año de mil quinientos y diez y siete se descubrió la Nueva España (62), y en el descubrimiento se hicieron grandes escándalos en los indios y algunas muertes por los que la descubrieron. En el año de mil quinientos y diez y ocho la fueron a robar y a matar los que se llaman cristianos, aunque ellos dicen que van a poblar (63). Y desde este año de diez y ocho hasta el día de hoy, que estamos en el año de mil quinientos y cuarenta y dos, ha rebosado y llegado a su colmo toda la iniquidad, toda la injusticia, toda la violencia y tiranía que los cristianos han hecho en las Indias, porque del todo han perdido todo temor a Dios y al rey, y se han olvidado de si mesmos. Porque son tantos y tales reinos de la gran Tierra Firme, que todas las cosas que hemos dicho son nada en comparación de las que se hicieron; pero aunque las dijéramos todas, que son infinitas las que dejamos de decir, no son comparables ni en número ni en gravedad a las que desde el dicho año de mil y quinientos y cuarenta y dos, y hoy, en este día del mes de septiembre, se hacen y cometen las más graves y abominables. Porque sea verdad la regla que arriba pusimos, que siempre desde el principio han sido obras infernales.
Así que desde la entrada de la Nueva España, que fue a diez y ocho de abril de dicho año de diez y ocho (64), hasta el año de treinta, que fueron doce años enteros, duraron las matanzas y estragos que las sangrientas y crueles manos y espadas de los españoles hicieron continuamente en cuatrocientas y cincuenta leguas en torno cuasi de la ciudad de México y a su rededor, donde cabían cuatro y cinco grandes reinos tan grandes y harto más felices que España. Estas tierras todas eran las más pobladas y llenas de gentes que Toledo y Sevilla y Valladolid y Zaragoza, juntamente con Barcelona, porque no hay ni hubo jamás tanta población en estas ciudades, cuando más pobladas estuvieron, que Dios puso y que había en todas las dichas leguas, que para andarlas en torno se han de andar más de mil y ochocientas leguas. Mas han muerto los españoles dentro de los doce años dichos en las dichas cuatrocientas y cincuenta leguas, a cuchillo y a lanzadas, y quemándolos vivos, mujeres y niños y mozos y viejos, de cuatro cientos de ánimas, mientras que duraron (como dicho es) lo que ellos llaman conquistas, siendo invasiones violentas de crueles tiranos, condenadas no sólo por la ley de Dios, pero por todas las leyes humanas, lo son y muy peores que las que hace el turco para destruir la Iglesia cristiana. Y esto sin los que han muerto y matan cada día en la susodicha tiránica servidumbre, vejaciones y opresiones cotidianas.
Particularmente no podrá bastar lengua ni noticia e industria humana a referir los hechos espantables que en distintas partes y juntos en un tiempo en unas, y varios, en varias, por aquellos huestes (65) públicos y capitales enemigos del linaje humano, se han hecho dentro de aquel dicho circuito, y aun algunos hechos según las circunstancias y calidades que los agravian, en verdad que cumplidamente apenas con mucha diligencia y tiempo y escritura no se pueda explicar. Pero alguna cosa de algunas partes diré, con protestación y juramento de que no pienso que explicare una de mil partes.
Entre otras matanzas hicieron esta en una ciudad grande de mas de treinta mil vecinos, que se llama Cholula (66); que saliendo a recibir todos los señores de la tierra y comarca, y primero todos los sacerdotes con el sacerdote mayor, a los cristianos en procesión y con grande acatamiento y reverencia, y llevándolos en el medio a aposentar a la ciudad y a las casas de aposentos del señor o señores della principales, acordaron los españoles de hacer allí una matanza o castigo (como ellos dicen) para poner y sembrar su temor y braveza en todos los rincones de aquellas tierras. Porque siempre fue esta su determinación en todas las tierras que los españoles han entrado, conviene a saber, hacer una cruel y señalada matanza, porque tiemblen dellos aquellas ovejas mansas. Así que enviaron para esto primero a llamar todos los señores nobles de la ciudad y de todos los lugares a ella sujetos, con el señor principal. Y así como venían y entraban a hablar al capitán de los españoles, luego eran presos sin que nadie los sintiese, que pudiese llevar las nuevas. Habían pedido cinco o seis mil indios que llevasen las cargas; vinieron todos luego y métenlos en el patio de las casas. Ver a estos indios cuando se aparejan para llevar las cargas de los españoles es haber dellos una gran compasión y lástima, porque vienen desnudos en cueros, solamente cubiertas sus vergüenzas y con unas redecillas en el hombro con su pobre comida; pónense todos en cuclillas, como unos corderos muy mansos.
Todos ayuntados y juntos en el patio con otras gentes que a vueltas estaban, pónense a las puertas del patio españoles armados que guardasen y todos los demás echan mano a sus espadas y meten a espada y lanzadas todas aquellas ovejas, que uno ni ninguno pudo escaparse que no fuese trucidado (67). A cabo de dos o tres días saltan muchos indios vivos llenos de sangre, que se habían escondido y amparado debajo de los muertos (como eran tantos); iban llorando ante los españoles pidiendo misericordia, que no los matasen. De los cuales ninguna misericordia ni compasión hubieron, antes así como salían los hacían pedazos. A todos los señores, que eran más de ciento y que tenían atados, mandó el capitán quemar y sacar vivos en palos hincados en la tierra. Pero un señor, y quizá era el principal y rey de aquella tierra, pudo soltarse y recogióse con otros veinte o treinta o cuarenta hombres al templo grande allí tenían, el cual era como fortaleza, que llamaban Huey Teocalli, y allí se defendió gran rato del día. Pero los españoles, a quien no se les ampara nada, mayormente en estas gentes desarmadas, pusieron fuego al templo y allí los quemaron, dando voces: «¡Oh, malos hombres! Qué os hemos hecho? ¿Por qué nos matáis? Andad, que a México iréis, donde nuestro universal señor Motenzuma de vosotros nos hará venganza.» Dícese que estando metiendo espada los cinco o seis mil hombres en el patio, estaba cantando el capitán de los españoles: «Mira Nero de Tarpeya, a Roma como se ardía; gritos dan niños y viejos, y él de nada se dolía» (68). Otra gran matanza hicieron en la ciudad de Tepeaca (69), que era mucho mayor y de mas vecinos y gente que la dicha, donde mataron a espada infinita gente, con grandes particularidades de crueldad.
De Cholula caminaron hacia México, y enviándoles el gran rey Motenzuma millares de presentes y señores y gentes y fiestas al camino, y a la entrada de la calzada de México, que es a dos leguas, envióles a su mesmo hermano acompañado de muchos grandes señores y grandes presentes de oro y plata y ropas. Y a la entrada de la ciudad, saliendo el mesmo en persona en unas andas de oro con toda su gran corte a recibirlos, y acompañándolos hasta los palacios en que los había mandado aposentar, aquel mesmo día, según me dijeron algunos de los que allí se hallaron, con cierta disimulación, estando seguro, prendieron al gran rey Motenzuma, y pusieron ochenta hombres que lo guardasen, y después echáronlo en grillos. Pero dejado todo esto, en que habla grandes y muchas cosas que contar, solo quiero decir una señalada que aquellos tiranos hicieron. Yéndose el capitán de los españoles al puerto de la mar a prender a otro cierto capitán que venía contra él; y dejado cierto capitán, creo que con ciento pocos más hombres que guardasen al rey Motenzuma, acordaron aquellos españoles de cometer otra cosa señalada, para acrecentar su miedo en toda la tierra: industria (como dije) de que muchas veces han usado. Los indios y gente y señores de toda la ciudad y corte de Motenzuma no se ocupaban en otra cosa sino en dar placer a su señor preso. Y entre otras fiestas que le hacían era en las tardes hacer por todos los barrios y plazas de la ciudad los bailes y danzas que acostumbran y que llaman ellos mitotes, como en las islas llaman areitos, donde sacan todas sus galas y riquezas, y con ellas se emplean todos, porque es la principal manera de regocijo y fiestas. Y los más nobles y caballeros y de sangre real, "según sus grados hacían sus bailes y fiestas mas cercanas a las casas donde estaba preso su señor. En la más propincua parte a los dichos palacios estaban sobre dos mil hijos de señores, que era toda la flor y nata de la nobleza de todo el imperio de Moctenzuma. A estos fue el capitán de los españoles con una cuadrilla dellos, y envió otras cuadrillas a todas otras partes de la ciudad donde hacían las dichas fiestas disimulados como que no iban a verlas, y mando que a cierta hora todos diesen en ellos. Fue él, y estando embebidos y seguros en sus biales, dicen: «¡Santiago y a ellos!» (71), cuerpos desnudos y delicados, y a derramar aquella generosa sangre, que uno no dejaron a vida; lo mesmo hicieron los otros en las otras plazas. Fue una cosa esta que a todos aquellos reinos y gentes puso en pasmo y angustia y luto, e hincho de amargura y dolor; y de aquí a que se acabe el mundo, o ellos del todo se acaben, no dejaran de lamentar y cantar en sus areitos y bailes (72), como romances (que acá decimos), aquella calamidad y pérdida de la sucesión de toda su nobleza, de que se preciaban de tantos años atrás.
De Cholula caminaron hacia México, y enviándoles el gran rey Motenzuma millares de presentes y señores y gentes y fiestas al camino, y a la entrada de la calzada de México, que es a dos leguas, envióles a su mesmo hermano acompañado de muchos grandes señores y grandes presentes de oro y plata y ropas. Y a la entrada de la ciudad, saliendo el mesmo en persona en unas andas de oro con toda su gran corte a recibirlos, y acompañándolos hasta los palacios en que los había mandado aposentar, aquel mesmo día, según me dijeron algunos de los que allí se hallaron, con cierta disimulación, estando seguro, prendieron al gran rey Motenzuma, y pusieron ochenta hombres que lo guardasen, y después echáronlo en grillos. Pero dejado todo esto, en que habla grandes y muchas cosas que contar, solo quiero decir una señalada que aquellos tiranos hicieron. Yéndose el capitán de los españoles al puerto de la mar a prender a otro cierto capitán que venía contra él; y dejado cierto capitán, creo que con ciento pocos más hombres que guardasen al rey Motenzuma, acordaron aquellos españoles de cometer otra cosa señalada, para acrecentar su miedo en toda la tierra: industria (como dije) de que muchas veces han usado. Los indios y gente y señores de toda la ciudad y corte de Motenzuma no se ocupaban en otra cosa sino en dar placer a su señor preso. Y entre otras fiestas que le hacían era en las tardes hacer por todos los barrios y plazas de la ciudad los bailes y danzas que acostumbran y que llaman ellos mitotes, como en las islas llaman areitos, donde sacan todas sus galas y riquezas, y con ellas se emplean todos, porque es la principal manera de regocijo y fiestas. Y los más nobles y caballeros y de sangre real, "según sus grados hacían sus bailes y fiestas mas cercanas a las casas donde estaba preso su señor. En la más propincua parte a los dichos palacios estaban sobre dos mil hijos de señores, que era toda la flor y nata de la nobleza de todo el imperio de Moctenzuma. A estos fue el capitán de los españoles con una cuadrilla dellos, y envió otras cuadrillas a todas otras partes de la ciudad donde hacían las dichas fiestas disimulados como que no iban a verlas, y mando que a cierta hora todos diesen en ellos. Fue él, y estando embebidos y seguros en sus biales, dicen: «¡Santiago y a ellos!» (71), cuerpos desnudos y delicados, y a derramar aquella generosa sangre, que uno no dejaron a vida; lo mesmo hicieron los otros en las otras plazas. Fue una cosa esta que a todos aquellos reinos y gentes puso en pasmo y angustia y luto, e hincho de amargura y dolor; y de aquí a que se acabe el mundo, o ellos del todo se acaben, no dejaran de lamentar y cantar en sus areitos y bailes (72), como romances (que acá decimos), aquella calamidad y pérdida de la sucesión de toda su nobleza, de que se preciaban de tantos años atrás.
Vista por los indios cosa tan injusta y crueldad tan nunca vista en tantos inocentes sin culpa perpetrada, los que habían sufrido con tolerancia la prisión no menos injusta de su universal señor, porque el mesmo se lo mandaba que no cometiesen ni guerreasen a los cristianos, entonces pónense en armas toda la ciudad y vienen sobre ellos, y heridos muchos de los españoles apenas se pudieron escapar. Ponen un puñal en los pechos al preso Motenzuma, que se pusiese a los corredores y mandase que los indios no combatiesen la casa, sino que se pusiesen en paz. Ellos no curaron entonces de obedecerle en nada, antes platicaba de elegir otro señor y capitán que guiase sus batallas. Y porque ya volvía el capitán que había ido al puerto, con victoria, y traía muchos más cristianos y venia cerca, cesaron el combate obra de tres o cuatro hasta que entró a la ciudad. El entrado, ayuntada infinita gente de toda la tierra, combaten a todos juntos de tal manera y tantos días, que temiendo morir acordaron una noche salir de la ciudad. Sabido por los indios, mataron gran cantidad de cristianos en las puentes de la laguna (73), con justísima y santa guerra, por las causas justísimas que tuvieron, como dicho es. Las cuales, cualquiera que fuere hombre razonable y justo las justificara. Sucedió después el combate de la ciudad, reformados los cristianos, donde hicieron estragos en los indios admirables y estamos matando infinitas gentes y quemando vivos muchos y grandes señores. Después de las tiranías grandísimas y abominables que estos hicieron en la ciudad de México y en las ciudades y tierra mucha (que por aquellos al derrededores diez y quince y veinte leguas de México, donde fueron muertas infinitas gentes), paso adelante esta su tiránica pestilencia y fue a cundir e inficiona y asolar a la provincia de Panuco (74), que era una cosa admirable la multitud de las gentes que tenían, y los estragos y matanzas que allí hicieron. Después destruyeron por la "mesma manera la provincia de Ututepeque, y después la provincia de Ipilcingo, y después la de Colima, que cada una es mas tierra que el reino de León y que el de Castilla. Contar los estragos y muertes y crueldades que en cada una hicieron sin duda una cosa dificilísima e imposible de decir, y trabajosa de escuchar. Es aquí de notar que el titulo con que entraban y por el cual comenzaban a destruir todos aquellos "inocentes y despoblar aquellas tierras, que tanta alegría y gozo debieran de causar a los que fueran verdaderos cristianos, con su tan grande e infinita población, era decir que viniesen subjetarse y obedecer al rey de España, donde no, que los de habían de matar y hacer esclavos. Y los que no venían tan presto a cumplir tan irracionales y estultos mensajes, y a ponerse en las manos de tan inicuos y crueles y bestiales hombres, llamabanles rebeldes y alzados contra el servicio de Su Majestad. Y así lo escrebían acá al rey nuestro señor (75); y la ceguedad de los que regían las Indias no alcanzaba ni entendía aquello que en sus leyes esta expreso y mas claro que otro de sus primeros principios, conviene a saber: que ninguno es ni puede ser llamado rebelde si primero no es súbdito. Considérese por los cristianos y que saben algo de Dios parar los corazones de cualquier gente que vive en sus tierras segura, y no sabe que deba nada a nadie, y que tiene sus naturales señores, las nuevas que les dijeran! de súbito: «Daos a obedecer a un rey extraño, que nunca vistes ni oistes, y si no, sabed que luego os hemos de hacer pedazos», especialmente viendo por experiencia que así luego lo hacen. Y lo qué mas espantable es, que a los que de hecho obedecen ponen en aspérrima servidumbre, donde con increíbles trabajos y tormentos mas largos y que duran mas que los que les dan metiéndolos a espada, al cabo perecen ellos y sus mujeres e hijos, y toda su generación. Y ya que con los dichos temores y amenazas, aquellas gentes u otras cualesquiera en el mundo venga a obedecer y reconocer el señorío de rey extraño, no ven los ciegos y turbados de ambición y diabólica codicia que no por eso adquieren una punta de derecho, como verdaderamente sean temores y miedos, aquellos cadentes inconstantísimos viros (76), que de derecho natural humano y divino es todo aire cuando se hace para que valga, si no es el rey (77) y obligación que les queda a los fuegos infernales, y aun a las ofensas y daños que hacen a los reyes de Castilla, destruyéndole aquellos reinos y aniquilándoles (en cuanto en ellos es) todo el derecho que tienen a todas las Indias. Y estos son, y no otros, los servicios que los españoles han hecho a los dichos señores reyes en aquellas tierras, y hoy hacen, Con este tan justo y aprobado titulo envió aqueste capitán tirano otros dos tiranos capitanes muy mas crueles y feroces, peores y de menos piedad y misericordia que el, a los grandes y florentísimos y felicísimos reinos, de gentes plenisímamente llenos y poblados, conviene saber, el reyno de Guatimala, que está a la mar del Sur y el otro de Naco y Honduras o Guatimala, que esta a la mar de Norte (78), frontero el uno del otro y que confinaban y partian terminos ambos a unas dos trescientas leguas de México. El uno despachó por la tierra y el otro en navios por la mar (79), con mucha gente de a caballo y de pie cada uno. Digo verdad que lo que ambos hicieron en mal, y señaladamente del que fue al reino de Guatimala, porque el otro presto mala muerte murió (80), que podria expresar y colegir tantas maldades, tantos estragos, tantas muertes, tantas despoblaciones, tantas y tan fieras injusticias que espantasen los siglos presentes y venideros e hinchese dellas un gran libro. Porque este excedió a todos los pasados y presentes, así en la cantidad y número de las abominaciones que hizo, como de las gentes que destruyó y tierras que hizo desiertas, porque todas fueron infinitas. El que fue por la mar y en navíos hizo grandes robos y escandalos y aventamientos (81) de gentes en los pueblos de la costa, saliendole a recebir algunos con presentes en le reino de Yucatán, que esta en el camino de reino susodicho de Naco y Guaimura, donde iba. Después de llegado a ellos, envió capitanes y mucha gente por toda aquella tierra que robaban y mataban y destruian cuantos pueblos gentes había. Y especialmente uno que se alzó con trescientos hombres y se metió la tierra adentro hacia Guatimala, fue destruyendo y quemando cuantos pueblos hallaba, y robando y matando las gentes delos. Y fue haciendo estos de industria mas de ciento y veinte leguas, porque si enviasen tras el, hallasen los que fuesen la tierra despoblada y alzada, y los matasen los indios en venganza de los daños y destruiciones que dejaban hechos. Desde a pocos dias mataron al capitán principal que le envió y a quien este se alzó, y después sucedieron otros muchos tiranos crudelísimos que con matanzas y crueldades espantosas, y con hacer esclavos y venderlos a los navíos que les traian vino y vestidos y otras cosas, y como la tiránica servidumbre ordinaria, desde el año de mil quinientos y veinte y cuatro hasta el año de mil y quinientos y treinta y cinco, asolaron aquellas provincias y reino de Naco y Honduras, que verdaderamente parecían un paraíso de deleites y estaban más pobladas que la más frecuentada y poblada tierra que puede ser en el mundo. Y agora pasamos y venimos por ellas (82), y las vimos tan despobladas y destruidas que cualquiera persona, por dura que fuera, se le abrieran las entrañas de dolor. Mas han muerto en estos once año más de dos cientos de ánimas, y no han dejado en más de cien leguas en cuadre dos mil personas, y estas cada día las matan en la dicha servidumbre.
Volviendo la péndola (83) a hablar del grande tirano capitán que fue a los reinos de Guatimala, el cual, como esta dicho, excedió a todos los pasados e igual con todos los que hoy hay, desde las provincias comarcanas a México, que por el camino que el fue (segun el vio) (84) estan del reino de Guatimala cuatrocientas leguas, fue haciendo las matanzas y robos, quemando y robando y destruyendo donde llegaba toda la tierra con el título, susodicho, conviene a saber, diciendoles que se subjectasen a ellos, hombres tan inhumanos, injustos y crueles, en nombre de rey de España, incognito y nunca jamas dellos oido. El cual estimaban ser muy mas injusto y cruel que ellos; y aun sin dejallos deliberar, cuasi tan presto como el mensaje, llegaban matando y quemando sobre ellos.
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62- Expedición de Francisco Hernández de Córdoba: Historia, libro III, cap.96.
63- Esta fecha es la del viaje de Grijalba, o la conquista la realizó Cortés a partir de 1519.
64- Veáse la nota 44.
65- Enemigos, adversarios
66- Para lo relativo a la conquista de México, Las Casas, además de disponer de Ias Cartas de Relación de Hernán Cortés y otros relatos, pudo recoger testimonios de origen indígena.
67- Muerto con crueldad (voz anticuada}
68- Primeros versos de un muy conocido romance viejo.
69- Esto sucedió después de salidos los españoles de la capital azteca.
70- Según la segunda Carta de Relación de Cortés y otras fuentes, ocurrió este hecho algunos días después.
71- Pánfilo de Narváez. El relato que sigue es el de la matanza llamada «del templo mayor», ordenada por Pedro de Alvarado en ausencia de Cortés (y no mencionada por éste en su Segunda Carta de Relación).
72- Esta pudo ser una fuente directa de Las Casas sobre la matanza del Templo Mayor.
73- La famosa "Noche Triste" de 1520. El sitio de México, aludido a continuación, tuvo lugar en 1521.
74- Para esta expedición y las que siguen mencionadas, la fuente principal es la Cuarta Carta de Relación de Cortés.
75- En sus cartas al emperador insiste mucho Cortés en su respeto de la ley de Requerimiento.
76- viros: hombres (latinismo}, cadentes ha de tomarse en el sentido de “perdidos”.
77- natu: nato, obligación que queda a la pena correspondiente al pecado, después de perdonado.
78- Estos dos "ilIans» del Sur del Norte son el Pacífico y el Atlántico, así llamados por la direcciónn Oeste-Este de la costa del istmo de Panamá.
65- Enemigos, adversarios
66- Para lo relativo a la conquista de México, Las Casas, además de disponer de Ias Cartas de Relación de Hernán Cortés y otros relatos, pudo recoger testimonios de origen indígena.
67- Muerto con crueldad (voz anticuada}
68- Primeros versos de un muy conocido romance viejo.
69- Esto sucedió después de salidos los españoles de la capital azteca.
70- Según la segunda Carta de Relación de Cortés y otras fuentes, ocurrió este hecho algunos días después.
71- Pánfilo de Narváez. El relato que sigue es el de la matanza llamada «del templo mayor», ordenada por Pedro de Alvarado en ausencia de Cortés (y no mencionada por éste en su Segunda Carta de Relación).
72- Esta pudo ser una fuente directa de Las Casas sobre la matanza del Templo Mayor.
73- La famosa "Noche Triste" de 1520. El sitio de México, aludido a continuación, tuvo lugar en 1521.
74- Para esta expedición y las que siguen mencionadas, la fuente principal es la Cuarta Carta de Relación de Cortés.
75- En sus cartas al emperador insiste mucho Cortés en su respeto de la ley de Requerimiento.
76- viros: hombres (latinismo}, cadentes ha de tomarse en el sentido de “perdidos”.
77- natu: nato, obligación que queda a la pena correspondiente al pecado, después de perdonado.
78- Estos dos "ilIans» del Sur del Norte son el Pacífico y el Atlántico, así llamados por la direcciónn Oeste-Este de la costa del istmo de Panamá.
79- Pedro de Alvarado por tierra y Cristóbal de Olid por mar.
80- Murió Olid asesinado por sus rivales Francisco de Las Casas y Gil Gonzáles Dávila.
81- Dispersiones, de armamientos violentos (familiar). Alude Las Casas a su vuelta a España en 1540.
80- Murió Olid asesinado por sus rivales Francisco de Las Casas y Gil Gonzáles Dávila.
81- Dispersiones, de armamientos violentos (familiar). Alude Las Casas a su vuelta a España en 1540.
82-
83- La pluma de escribir.
84- Escribió Alvarado tres cartas de relación a Hernan Cortés; se perdió la Primera, siendo Ias otras dos la fuente principal de estas páginas de la Brevísima.
83- La pluma de escribir.
84- Escribió Alvarado tres cartas de relación a Hernan Cortés; se perdió la Primera, siendo Ias otras dos la fuente principal de estas páginas de la Brevísima.
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