POESÍA: Rafael Herrera

ARTE: Rafael Varela (ESA).  De la Serie "Inundatus Infinitus". 2016.


PRESENTACIÓN
No recuerdo en qué momento conocí al poeta Rafael Herrera (1961-2000), pero eso debió ocurrir a mediados de los ochenta del siglo pasado en alguna reunión del extinto Taller de Letras Atisba, fundado en el seno de la Universidad Francisco Gavidia pocos años antes, bajo tutela de la recordada escritora Dra. Matilde Elena López (1919-2010) y conformado por los poetas Enrique H. Ríos, Elpoe Netzahualcóyotl, Vidal Garay (1959-2020), Herbert Vaquerano, Aracely Guerra Cortez (Argucos) y Jorge Vargas Méndez, entre otros.

En algún momento se acercaron Maynor Galeas y Rafael Herrera y se incorporaron al grupo. Lo cierto es que cuando se desató en avalancha la represión y dio inicio la persecución política contra Enrique H. Ríos y Vidal Garay, animadores principales del grupo, ellos dos y Vargas Méndez siguieron dándole vida al taller con modestos folletos cuya impresión asumía con gran responsabilidad el mismo poeta Herrera. Posteriormente perteneció al Taller Literario Xibalbá y luego al Movimiento Cultural Xibalbá, grupo que se desintegró a mediados de los años noventa y donde también compartimos con Rafael el trabajo de promoción cultural. En adelante, cada quien agarró caminos distintos.

Rafael Herrera no llegó a publicar libro con poemas suyos, pese a que era un experto hombre de imprenta. Eso sí, apoyó la publicación de libros de sus compañeros, entre ellos de Jorge Vargas Méndez, Otoniel Guevara y otros. Lo animábamos a que lo hiciera, pero se negaba argumentando que esperaría su momento. Sin embargo, publicó poemas sueltos en boletines, revistas y periódicos como Diario El Mundo y CoLatino, específicamente en el Suplemento Cultural Tresmil.

La poesía era lo suyo, aunque en ocasiones escribía comentarios sobre la poesía de otros. Era un ávido lector. En su poesía predomina el erotismo, como temática predilecta, aunque raras veces escribía sin aludir al contexto social. Es pues, su poesía, como un mosaico donde si bien predominan los versos ardientes de pasión, estos oportunamente se alternan con el grito que denuncia la pobreza, la injusticia social, y exige un mundo más humano, es decir, el clamor colectivo.

Confirmarán lo anterior los poemas que esta vez incluye en su reconocido blog el colega escritor Armando Molina, a quien, de paso, le expresamos nuestro agradecimiento por dar a conocer la voz poética de Rafael Herrera y darme la oportunidad de escribir este escueto texto a  modo de presentación.
     – Jorge Vargas Méndez, poeta

▪︎       ▪︎       ▪︎

Poesía de Rafael Herrera
                    —

EXTRAÑO RECITAL DE AMOR

No mujer,
no permitas que la vida te envuelva
en su mano triste de angustias.

No dejes que un escritorio,
un teléfono, una máquina de escribir
opaquen al ser humano
que hay tras la cortina de mimbre de tu cara
deja recorrer en tu pecho todo el amor
que los oprobiosos archivos
y las cartas urgentes te han mutilado.

No temas mujer:
nadie invadirá tu colmena
repleta de gigantes secretos inasibles.

Nosotros las hormigas,
no podemos ver el sol de mediodía.

Rásgate el velo, mujer,
que los colibrís no chuparán tu flor,
que las golondrinas no anidarán en tu pelo,
que tu semilla sólo germinará
cuando abones la tierra de la esperanza.

Aquí, nosotros,
solo estamos para prodigarte amor
cuando sea necesario.


*     *     *


CAMILA TORRES

I

Has metido tu corazoncito resquebrajado
en el cesto donde guardo mis locuras
en el mismo donde quedó el papel arrugado
que retrataba tu risa.

No debiste haber reído así.
no debiste hacerlo
sólo prendaste al monasterio de monjes locos.
ellos se enamoraron de tu pelo y de tus dientes,
y de tu falda extrajeron hilo dental
acordonándolo en mi cuello
para suicidar mi tristeza
en el centenario árbol de mi desconsuelo.

No te culpo por los murciélagos
que envías a interrumpir mis sueños
cumpliendo tus órdenes de ahogar mi boca
con telarañas tejidas en inciensos desvelados.

Pero… mejor guárdame en un rinconcito empolvado,
en la entrada de tu puerta,
en la nube de caricaturas
que guardas en el compartimiento olvidado de tu cartera,
en cualquier lugar, pero no en tu pecho
porque es peligroso jugar con la hiedra.

Guárdame arrinconadito
junto a tus chancletas cansadas
y olvídame, olvida que estoy allí
velando el hormigueo indómito que recorre tu piel
esperando recoger de tu mano
las desgarradas migajas de amor
envueltas en el velo de angustias
que le arrebataste a mi soledad,
y deja, deja que a la noche, como a mi rostro,
se le sigan cayendo estrellas.


*     *     *


VIENTOS

II

Fuiste sembrando pajaritos boquiabiertos en las quebradas
sin abonarlos de nidos miserables
que derramen su sed en cataratas insaciables,
insaciables de sangre, de vientos,
vientos negros, vientos de colores, vientos,
vientos que enreden tu pelo en mi mano,
vientos trajinantes de veredas azules, pero vientos.

Pajaritos preñados de miseria
que gimen por ver tu vientre
convertido en carrusel
o en humectante savia nutritiva de caricias
o en góndolas que atisbe montañas
desde madrugadas soleadas o tiempos inmemoriales.

Inmoviliza tu cara al otro lado de la ventana
sólo así mis moléculas impregnaran
tu piel en mi piel,
y mis bosques cuajados de verano
se postrarán de hinojos a tus marchitos pasos
pero sólo si en la orilla de tu cama
doblas la noche para cobijar mi espanto…


*     *     *


MIEDO

III

Las montañas anuncian tu llegada.
hay desparpajo en la fuente.
Las siemprevivas evaporaron la última gota de rocío
y estas cuatro paredes humedecieron su piel de calicanto
mientras el abate refunfuñaba persiguiendo mariposas.

Pero al fin, ahí estas desperdiciando el fruto del nogal
dando de beber risas a los cinconegritos
que compadecidos de tu eterna soledad
te mandan por aire barquitos de papel
que solo servirán para demostrar lo enjaulado
del tiempo y del oro guardando en zapatos viejos.

Mi sombra, mi pecho y mi dolor
añejaron el color de mis ojos
en toneles de vino tinto
para descubrirte desnuda
en el último peldaño de la escala musical
y dispararte luces angustiosas
desde el borde izquierdo de este foso.

Entonces,
sólo alambrando de púas este miedo a seguir tus pasos,
podré descubrir el calor que irradia de tu cintura
al doblegar en mis manos la última nube de pesadillas,
necesaria,
para decir que en el llanto cabalgó el amor…


*     *     *


HOY

IV

Hoy regrese a mis espejos.
anduve sin ellos.
mientras, mis costillas se hundían en el acantilado de los
cocuyos.
hoy regrese sin resucitar.

La vida quedo en un trazo tangente al amor.
hoy regrese a tus mutiladas carnes
sin responder a tus preguntas de muerte,
olvidado por completo
de la necesidad de sentir tus besos en mi frente
y despedazar tus pezones con mi boca
y descansar en tus piernas mis angustias
o lanzar por la ventana un grito ahogado,
después de soñar con tu amor toda la noche.

Hoy he regresado
aunque la tumba abra sus fauces para devorarme.

Hoy regresé
aunque tu fantasma ofuscado
sólo arañe mi vacío de hambre.

Hoy he regresado a ponerle punto final a esta fiebre
a declarar desierto este odio
y a soltar las cadenas de lujuria
para que se desenfrenen hasta los curas
y así seguir tus pasos con mi temblor a cuestas
hasta que me estrelle con la esperanza
de poder seguir amándote…


*     *     *


MONTAÑAS

V

Cuando viste que en mi solapa
colgaba al viento tu risa
y mis montañas esperaban
el ardiente tintineo de tu voz
y yo en el subterfugio de mi conciencia
ocultaba la palabra te amo
para sacarla a pasear en mis brazos
cuando una tertulia de entrañables amigos
me obligaba a delatar
que tu boca permanecía palpitando en mi pecho.

Entonces,
con un mohín de enfado
sacudías las profundidades del averno
y estallabas en carcajadas violentas
desmoronando con ecos estrepitosos
las frágiles paredes de mi garganta
dolorida de gritarle al viento
por los cadáveres que se aferran a mi espalda,
montañas de muertos que arrancan cristales acerados de mi
cara,
montañas de piernas despedazadas
que quieren arrebatarme el delirio por tus pezones,
montañas de gnomos ingenuos
que creyeron haber secuestrado de tu cintura
a los caracoles que fabrican esperanzas
en las trincheras del amor
que tu risa y tus ojos me enseñaron a descubrir.

Ahora,
las tormentas sólo protegen mi impulso de agarrar tu mano
y escalar veredas, arrastrándote conmigo
hasta que, por fin, juntos
toquemos el corazón de esta guitarra
sin que la noche desvele mis pasos…


*     *     *


EL TIEMPO EN SU TIEMPO

VI

Como negar que los grillos alados
formaron una sinfonía desvelada,
revolcándome en la fiebre
por cambiar tu cuerpo en mi lecho,
delirando por sentir tu boca
aplastada contra mi angustia
o dejando escapar un gemido con tu nombre
para luego callar antes que lo clandestino
traicione las lágrimas,
las lagrimas impregnadas en los daguerrotipos,
las lágrimas derramadas por el amor que no se consuma,
por los besos que le hacen falta a esta lucha,
por el miedo de acabar con tu vida
al estrujarte con mi pasado…

Y todo eso sólo porque no tuve tiempo de conocerte años atrás
cuando mi mundo no estaba poblado
de hadas madrinas combatiendo en madrigueras
a las inocentes hechiceras del holocausto.

El sol saca sus dientes…
me levanto a perseguir sueños nómadas,
a darme cuenta que las barricadas están levantadas
y sólo hace falta que mi mano empuñe el azadón
para borrar del mapa,
los recuerdos que tu pelo
enhebra en mis cicatrices…


*     *     *


ADIOSES

VII

Algún día anunciaras tu partida de mi pecho
los conjugados adioses harán falta
y un grito ahogado de mi garganta
retendrá la lagrima descansando en su lecho.

Levantar en lo alto el pañuelo blanco
agitando cipreses acerados
de ataúdes en cementerios entregados
y hacer de las despedidas triste canto.

Avasallar tu cuerpo
desparramado como espiga en los campos
a doquier giran en peñascos yertos
que no penetran murallas
aun sin librar batallas.




 
| Rafael Herrera (El Salvador, 1961-2000), poeta, promotor cultural, experto tipógrafo salvadoreño. Su obra, mayormente inédita, fue incluida en la antología Poesía a mano (Editorial Universitaria) del escritor Joaquín Meza. Fue uno de los fundadores del Taller de Letras Atisba de la Universidad Francisco Gavidia, e importante miembro del Taller Literario Xibalbá, ambos de El Salvador. La mayor parte de su obra poética se encuentra dispersa en revistas, suplementos culturales y periódicos publicados durante los años 80 del siglo pasado. Falleció en San Salvador en 2000. 



Comentarios

Entradas populares