VOCES: Plan de Nación, Perspectiva universitaria - 1998

FOTO: Jordi Molina (USA). 'Floración SV'.

PLAN DE NACIÓN
PERSPECTIVA UNIVERSITARIA - 1998

Por ALFREDO DÍAZ BARRERA
Investigador y catedrático Universidad Tecnológica de El Salvador
Centro América 

Con preocupación por el casi agotamiento contenido en los Acuerdos de Paz, en la víspera del siglo XXI se ha ofrecido a consideración de la opinión pública diversas propuestas para el Plan de Nación, una especie de Carta de Navegación para no perder el rumbo hacia el futuro.

Es peculiar de la búsqueda del sueño salvadoreño el que no son únicamente los partidos políticos, el gobierno y otras instancias de poder quienes propongan plan o agenda de nación. Las organizaciones sociales han expresado sus puntos de interés y la comunidad académica, especialmente la Universidad, intenta sistematizar, analizar y enriquecerlas.

Muchos pronunciamientos aparecen en periódicos, revistas y ediciones especialmente dedicadas al tema Plan de Nación. En ellas son usados profusamente conceptos nuevos como concertación, equidad, armonía social, calidad y competitividad, integración, sustentabilidad, solidaridad y honradez. El esfuerzo habla muy positivamente de las intenciones y objetivos de los proponentes y dan esperanza de que pronto sea realidad una nueva forma de entender y trabajar por nuestro futuro.

EL PLAN DE NACION Y EL MODELO DE DESARROLLO

El modelo de desarrollo es pieza articuladora del Plan de Nación. Esto es así para todos los países en encrucijadas históricas. Es posible que en momentos intermedios sean otros aspectos.

El Plan de Nación es, en conjunto, una idea síntesis capaz de guiar las acciones y el pensamiento de las organizaciones sociales y cada uno de los habitantes. Sin que el pueblo se lo apropie, éste no pasaría de ser un simple documento, letra muerta.

Hace más de 150 años el fundador de la Patria, José Matías Delgado, aseguró el futuro de El Salvador con el principio intransigente de "Ni anexión a México ni a ninguna otra potencia. Independencia absoluta queremos". Sin este principio puro y duro hubiéramos sucumbido en los albores de la vida independiente. Nos ocurrieron entonces y después cosas terribles, pero la República sobrevivió. Hoy día los salvadoreños necesitamos de un principio de unidad, de acción y de comunión para superar desafíos que no son ni de lejos repeler los soldados del general Vicente Filísola acantonados en las afueras de San Salvador.

El ejemplo viene muy al caso porque el Plan de Nación deberá ser reflejo de nuestra historia solamente de los años recientes. Deberá recoger las grandes lecciones aprendidas con el sacrificio de muchas generaciones, reinterpretar la historia de un país escrita muchas veces por manos ajenas, o no escrita. Una historia centenaria llena de lecciones cuya síntesis a veces no sabemos pero que vivimos todos, la mayoría dolorosamente porque significa privación, guerra, desesperanza y anulación del futuro.

Si para algo se necesita Plan de Nación es para que los pobres tengan pan y esperanza, los jóvenes tengan optimismo y educación asegurada, los viejos vivan y estén a salvo de las humillaciones del desamparo, las mujeres puedan convivir con la misma libertad de todos y los empresarios puedan organizar la producción sin ser agredidos ni despojados.

FOTO: Jordi Molina (USA). 'La Dalia'.

PLAN DE NACION Y LAS FORMAS NUEVAS DE CONCIENCIA SOCIAL

Hoy día asistimos a la más vertiginosa revolución científico-técnica que ojos humanos vieran, su impacto es enorme en la producción de bienes y servicios, en la conciencia y formas de existencia de individuos y las naciones. Los salvadoreños hemos entrado a la civilización del conocimiento sin haber pasado completamente por la civilización de la máquina. Nunca como ahora los recursos productivos se han desarrollado tan rápido ni más notoria la importancia del saber. Somos, sin embargo, un país de semi-analfabetas, lleno de profesionales competentes pero también hay entre nosotros incultos; de empresarios innovadores que conviven con otros que se aferran a las rentas políticas; un país conducido por políticos empíricos e improvisados, de predicadores que a veces coexisten con charlatanes que organizan actos de histeria colectiva; educadores anquilosados en un pasado enciclopédico y otros perdidos en las fichas de clases descosidas que nada dicen a los alumnos de la vida cotidiana. Y qué bueno que hubiera, por fin, una política educativa a salvo de los recambios en el ejercicio del poder.

El Plan de Nación debe poner en manos de los ciudadanos los frutos de una civilización en que por fin se ha logrado separar irreversiblemente la ciencia, el arte, la moral y la religión. Es una época que permite que nadie esté fatalmente condenado a la obnubilación o manipulación de su conciencia, el Plan de Nación tendría que ofrecer liberación de las esclavitudes de la privación. También es necesario que provea condiciones para que el espíritu se eleve por encima de la terrenalidad angustiosa. Como dice Roberto Rubio, miembro de la Comisión Nacional de Desarrollo: "Para que estemos más cerca o seamos más parecidos a Dios".

Estos planteamientos acerca del contenido y objetivos del Plan de Nación son posibles y necesarios porque los salvadoreños estamos adquiriendo conciencia de nación recién ahora. Hubo que pasar por la guerra civil para que se cumpliera la inmisericorde ley social de que la nación jurídicamente y políticamente viable debe ser antes nación en armas.

Somos, en este sentido, una de las naciones más jóvenes aunque el periodo de incubación duró exactamente 500 años. También aspiramos a ser una de las naciones más libres.

PARA QUÉ EL PLAN DE NACION

Juventud y oportunidades no llegan juntas. Hay un sistema económico mundializado y por tanto mucho más complejo. La pobreza se abate sobre casi la mitad de los salvadoreños, situación perpetuada por un orden socioeconómico interno que extiende y reproduce pobreza de manera insidiosa.

El signo de los tiempos es la producción de bienes y servicios con tecnología avanzada para mercados altamente competitivos. No podemos esperar que tal excelencia se consiga espontáneamente. No es ya posible producir bajo cualquier esquema.

Las condiciones de pobreza podrían ser peores en el mediano plazo si no encontramos el camino al desarrollo. La imagen objetivo de un país verde donde pacen vacas y se cosecha maíz y frijol; café y caña de azúcar; con ciudades pequeñas, limpias y bien abastecidas donde la escolaridad de la población es de 15 años promedio y todos somos sanos, este sueño no será realizado viviendo de actividades productivas primarias. El Plan de Nación forzosamente debe establecer condiciones para el despegue económico, sustentable y sostenible. Este último rasgo parece haber sido olvidado del planteamiento general del desarrollo. Parece que a nadie importa ya que tengamos una estructura económica mutilada, deforme a causa de siglos de subdesarrollo provocado por fuerzas exógenas no precisamente desconocidas.

FOTO: Jordi Molina  (USA).

El PLAN DE NACION, LA CIENCIA Y LA VERDAD

Para tener de verdad Plan de Nación hay que recurrir a la ciencia y a la verdad. No solamente en lo referente al Objeto de conocimiento la Nación en su compleja totalidad- sino también en lo referido a la metodología para consensarlo. De nada servirán declaraciones bien fundamentadas sin recurrir al correcto método de formulación de las soluciones.

La Ciencia aporta conocimiento, método y formas de verificación de lo que vayamos aprendiendo acerca de nuestro futuro. Desgraciadamente los asuntos sociales transcurren en un espacio de la realidad que la ciencia ha tardado en conocer en sus leyes y principios. Se ha dicho que el último reducto de la irracionalidad es la historia, mientras se enfatiza que en el ámbito de la naturaleza mucho se ha avanzado.

El Plan de Nación deberá superar dificultades porque conjugará la Unidad más amplia en la diversidad más abigarrada. Para decirlo con franqueza, tememos que el Plan de Todos lo intentaremos hacer parecer a cada uno de nosotros, a nuestra particular e interesada manera de ver las cosas y en ese afán corremos el riesgo que lo desnaturalicemos, atrasemos o simplemente lo cancelemos.

La Universidad apela a la conciencia de cada a uno de los actores sociales para que aceptemos que la ciencia no es sierva de la política. Economía y sociología y todas las ciencias sociales no están obligadas a proveer -siempre- argumentos de apoyo a las decisiones del gobernante.

La política es práctica que informa y orienta ciertos procesos pero no determina todo. Por ello la deliberación sin trabas y para todos del contenido del Plan de Nación es indispensable para su viabilidad.

La Universidad así mismo encarece integridad a los que poseyendo una formación filosófica y son dominadores de los arcanos del proceso de formación del conocimiento. Les pide que, aun cuando hoy día sea moda prescindir de visiones totalizantes de la realidad, hagan un esfuerzo especial por escapar de las tentaciones del Positivismo y el Agnosticismo, que no busca conocer e interpretar la esencia de las cosas y se contenta con calar hasta donde lo fenoménico reclama nuestra intervención, hasta donde la necesidad lo pida.

En el campo de lo social este paradigma puede reblandecer el compromiso de comunicar el conocimiento de manera fiel. Bajo el enfoque positivista resultaría cómodo debatir el Plan de Nación, pero la amenaza de errar se origina en la sustitución de prioridades: Importan más los consensos que la verdad. Interesa más que todo la superación/prevención del conflicto y no el conocimiento objetivo y honestamente compartido con quienes, confiados, esperan al menos eso de sus líderes e intelectuales.

En todo Plan de Nación los ingredientes son: Diagnóstico - trazas de realidad -, Intenciones - pedazos de sueños- y muchas veces también hay entreveradas Soluciones. Ese es el camino de la verdad, paso a paso a partir del interés, la opinión y la necesidad de muchos.

Para evitar que el Plan de Nación sea un sueño inalcanzable, para que la realidad se acerque con bondades y promesas cumplidas como todos queremos, debemos recordar las Leyes que informan el cambio social, leyes objetivas que no podemos eludir. No hay forma, por ejemplo, de saltarnos la ley de la Acumulación: Para mantener constante la tasa de crecimiento del Producto debemos propiciar una creciente tasa de inversión. En este sentido recordemos que en El Salvador el 95% o más por ciento de la renta nacional se consume. Iniciar procesos de crecimiento bajo estas circunstancias no es posible, así como se lee. Otras soluciones son el endeudamiento externo y la inversión extranjera, pero ambas soluciones pasan por contar con ahorro externo, el cual no controlamos.

Nadie puede exonerar la regla implacable que la inflación se controla aceptando tasas de crecimiento menores. En este último sentido, hay que recordar que en 1996, cuando el gobierno restringió el ritmo de expansión del crédito público, el sector de Servicios resintió tanto la medida que muchos pensamos que el costo político se refleja en que, ahora, los gobiernos municipales más importantes están en manos de partidos de oposición.

No es necesario cuestionar la matriz del Modo de Producción para encontrar que las soluciones de los problemas son posibles si removemos obstáculos al mismo tiempo que construimos los nuevos instrumentos del desarrollo, proceso que pasa por la construcción/destrucción creadora del entorno hasta adecuarlo a las necesidades de aquí y ahora. Este proceso requiere de concertaciones, acuerdos y compromisos que no deben ser impuestos por la fuerza ni la demagogia. Los consensos ayudan y los conflictos dinamizan. Esa es la ley fundamental del Desarrollo. Si el Plan de Nación no lo aborda desde esta perspectiva, poco tendrá que decirnos.

He aquí el asunto ético: No es sabio ni honesto suponer que, ante aquello que no se puede consensar, debemos fingir que no existe problema. Para ser éticos debemos actuar sin ingenuidad y sin cinismo.

FOTO: Jordi Molina (USA)

A veces no gusta escuchar de cambio porque suena a inestabilidad, subversión o amenaza. Puede ser que sea así, pero ello no es razón para evadir el tratamiento de problemas agobiantes para unos y obstáculos insalvables si es que habrá desarrollo para todos. Es el caso de la distribución de la Renta Nacional, elemento estructural a modificar cuando vayamos operativizando medidas contra la pobreza. Si 10 por ciento de población más pobre capta el 2% de la renta del 10 por ciento más rico, habrá que tomar acciones redistributivas más o menos severas. Cuando se apliquen sentiremos la resistencia tenaz de quienes han de sacrificar algo. No se trata de afectar hasta que duela al empresario el régimen de remuneraciones al trabajo.

Debemos pensar con cabeza propia el papel redistributivo del ingreso y orientador del desarrollo que por siglos ha desempeñado el Estado. Muchos Programas compensadores de las secuelas del ajuste estructural pueden devenir permanentes y convertirlos en instrumentos eficientes contra la pobreza.

LA INERCIA DE LOS AGENTES SOCIALES

El Plan de Nación, en su identificación, formulación y validación deberá bregar en contra de fuerzas que actúan como el peso muerto de las poleas. Es complejo porque es uno de los problemas que el Plan debe proponer soluciones.

En el ámbito del Ser y Hacer social nada resiste tan obstinadamente al cambio como la conducta inercial de los protagonistas. La inercia es la estructura actuando por su propia cuenta. No hay reforma que elimine por acto de voluntad la visión del mundo aprendida de nuestros padres y la escuela. Aun cuando haya desaparecido el orden social que generó la ideología ésta se diluye lentamente sin que podamos hacer casi nada, como no sea construir una ideología nueva, más cercana a la verdad objetiva, al concepto científico de mundo, hombre, historia y sociedad. Esto no era posible antes. Ahora sí.

PODER Y AUTORIDAD DEL ESTADO

El tercer obstáculo para el proceso de formulación del Plan de Nación es la rigidez del estado y del sistema político. Una vez más, se trata de cambiar, por el Plan, algo que se le opone. Reconociendo los progresos en materia de las relaciones entre el Poder y la ley en El Salvador, debemos reconocer que se ejerce desde instituciones jurídicas precarias.

Los mecanismos de elección y recambio en posiciones de poder, al devenir rígidos o inoperantes, tensionan la estructura, dejan de ser funciones para convertirse en parámetros perversos. Como ha dicho la Universidad el liderazgo nacional legítimo, además de legal, es determinante para la viabilidad del Plan.

LA INICIATIVA DE LA COMISION NACIONAL DE DESARROLLO

Tener bases para el Plan de Nación es muy importante. De ello se han encargado los miembros de la comisión Nacional de Desarrollo. Otra cosa son los líderes, los dirigentes que ante cada iniciativa de Plan de Nación responden como si se tratara de una camisa de fuerza.

Es comprensible pero no es aceptable que tarde tanto adaptarnos a vivir en democracia. El autoritarismo tiene aún carta de ciudadanía en El Salvador y pasarán muchos años para que se borre de las estructuras mentales de quienes lo hemos vivimos. Debemos redefinir el concepto de Poder. En su Manifiesto Salvadoreño los empresarios han dicho esto de manera elegante: Definen autoridad como aquel poder que se ejerce estrictamente dentro de la Ley, sin extender este alto concepto a reglamentos y directrices que funcionarios menores aplican arbitrariamente a los ciudadanos, lo cual es o ha sido posible por la cultura autoritaria que sirve de contexto.

El desafío de las generaciones adultas actuales es romper esta deformación ideológica mientras se desarrolla el concepto y la vivencia civilista consecuente con el modelo de sociedad democrática que estamos construyendo.

PREDETERMINACIONES ACUMULADAS POR LA HISTORIA

El cuarto elemento adverso con que ha de bregar El Plan de Nación son las predeterminaciones que nos legó la historia. Si de veras se trata de un Plan de Nación que permita construir un país que esté, se sienta y funcione bien, debemos recordar que aquello que queremos cambiar es resultado de acumulaciones y desacumulaciones que por siglos ha debido realizar la nación salvadoreña.

Estas experiencias y resultados suelen analizarse mediante elaboraciones que solemos llamar Modelos de Desarrollo.

En la primera mitad del siglo pasado los británicos impusieron su libertad de comercio inyectiva con empréstitos leoninos y atados, con zarpazos territoriales, embargo de las Rentas de Aduana de los Estados deudores e instigando la guerra entre naciones.

Cuando los Estados Unidos expandieron su Cuarta Frontera hasta el Canal de Panamá también aplicó estrategias, doctrinas y políticas de cooperación obligatorias. Al introducir elementos de geopolítica además de los intereses financieros y comerciales, las relaciones con el nuevo centro hegemónico se hicieron más complejas, más no así los métodos para imponerla.

Desde principios fuimos inducidos a funcionar como país proveedor de materias primas, alimentos y minerales a los centros industrializados. A finales del siglo pasado y principios del presente el nuevo ingrediente de los términos de relación con el resto del mundo eran las inversiones privadas directas norteamericanas en actividades agro industriales, minería, telecomunicaciones, energía y, por supuesto, bancos. Este proceso generó un mecanismo de acumulación en la agricultura de exportación que, con el tiempo, invirtió mucho de ese excedente en otros sectores de la economía, los cuales, por supuesto, eran controlados por los mismos propietarios de la tierra y los negocios internacionales de café, azúcar y algodón y otros productos.

En la posguerra segunda nos lanzamos a la industrialización acelerada y tardía porque inversionistas de capitales con tecnología obsoleta dejaron de ser competitivos en sus países y se trasladaron a los nuestros, exigiendo la integración regional para aprovechar mejor sus escalas de producción, muy superiores a la demanda local de cada país. Esta etapa permitió cierta acumulación aunque la Formación social salvadoreña acentuó el rasgo de otras naciones latinoamericanas: Un sector tradicional atrasado y otro moderno ligado a las actividades de exportación a mercados tradicionales y otro de transformación destinado a la región centroamericana. En los años sesenta y setenta el modelo postulaba un sistema económico mixto de iniciativas. El Estado acumulaba en sectores estratégicos. Para eso había cooperación financiera internacional. El desarrollo se concebía como proceso nacional.

FOTO: Jordi Molina (USA). 'Sivar S.21'.

El enfoque que destaca el estudio de las transformaciones en el muy largo plazo de las estructuras socioeconómicas, permitió construir un instrumental analítico nuevo, aplicable al estudio de procesos del Subdesarrollo. Se formuló en aquellos años una estrategia de desarrollo planificado a largo plazo en el que se preveía superar defectos estructurales por la reforma socioeconómica y modernización y democratización del Estado.

La metodología del "Plan Libro", nació con deficiencias importantes. Había sido diseñada para investigar causas estructurales de tipo histórico y luego, sin mayores transformaciones, se aplicó a la planificación de procesos llamados a superar las deficiencias estructurales que el mismo Método había descubierto.

Como la técnica de programación del Desarrollo mostró debilidades insuperables y la burocratización de los aparatos encargados de los procesos los volvió torpes, costosos y corrompidos, no pasó muchos años para que también el enfoque teórico cayera en desuso.

A mediados de los años setenta un nuevo paradigma ocupó la atención de gobernantes, empresarios, cientistas y profesionistas. Este conjunto de doctrina, teoría, estrategia y política de desarrollo proclama que el desarrollo ha dejado de ser un proceso nacional para convertirse en global. La globalización es un fenómeno esencialmente productivo mundial que requiere una definición no nacional de Desarrollo. Por eso la globalización sustituye la concepción de desarrollo nacional programado.

Una vez más nos embarcamos en un proceso de reforma inducidos por factores y voluntades exógenas, y como siempre decimos que ahora sí, que esta vez saldremos del subdesarrollo. Una vez más nos convencemos que se trata del último tren al progreso y sin mayores reflexiones nos adecuamos al plan ajeno. Desde 1989 estamos tratando de implementar un Modelo de Desarrollo que nos inserte como Nación en un proceso de globalización al que algunos conciben como el último tren hacia el progreso.

Las asechanzas de esta nueva aventura son muchas: Crecimiento sin empleo, sin raíces y sin futuro.

El momento del desarrollo globalizado requiere de mucha competitividad, necesita de una clase empresarial creativa y audaz, de un Estado eficiente y facilitador de procesos estabilizadores y dinamizadores de la economía.

Como es un fenómeno productivo, la globalización requiere de mano de obra experta, dispuesta a competir por salarios altos principalmente por su productividad física. La globalización requiere de infraestructura física moderna y de instituciones jurídicas y de servicio público eficientes. Requiere de inversión anual muy alta, al menos 25% del PIB durante 10 años. Los requerimientos del modelo neoliberal de desarrollo de estabilidad, crecimiento y eficiencia no se alcanzan tan fácilmente. Hay reformas profundas desde y en el Estado que pasan por la negación a fondo de lo que somos actualmente y por afirmaciones difíciles de realizar. Es muy posible que cumplir los pre requisitos políticos sea lo más traumático.

NUESTRO LLAMADO FINAL

La Universidad llama a los formuladores y validadores del Plan de Nación para que con madurez reconozcamos que hay factores más allá de nuestra voluntad como el conocimiento científico y la conflictividad de los asuntos socioeconómicos; la inercia de los sujetos sociales, la rigidez del poder ambos reticentes al cambio- y, finalmente, las predeterminaciones de la historia, esas que nadie de nosotros puede cambiar porque son hechos consumados, en muchos casos convertidos en instituciones, leyes, costumbres y patrones de conducta. Precisamente por esta vía es que podemos superar los aspectos indeseables de la herencia histórica.

La Universidad Tecnológica de El Salvador ofrece al Grupo Gestor del Plan de Nación el concurso de nuestros modestos esfuerzos, para que sus esfuerzos por enriquecer el documento BASES PARA EL PLAN DE NACION y otras iniciativas que de él se deriven, sean coronadas con el mayor de los éxitos.  



Alfredo Díaz Barrera, catedrático de la Universidad Tecnológica de El Salvador. Fue decano de las carreras de sociología, humanidades y ciencias políticas desde la fundación de la institución.


______________

▪︎ Este documento universitario fue publicado originalmente en revista VOCES de California, Volumen I. Abril de 1999. San Francisco, California.

Comentarios

Entradas populares