VOCES: Jorge Charpentier
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| El filósofo, poeta y escritor costarricense Jorge Charpentier |
Acreedor en Costa Rica al Premio Nacional de Literatura 1997, el poeta centroamericano Jorge Charpentier (Costa Rica, 1933) ha sido uno de los pilares fundamentales de la poética expresionista en Centroamérica. Poeta de lirismo contundente y densa expresividad, con el dramatismo de sus versos su temática urbana recorre páramos de la ciudad, la marginación y las clases sociales. Su postura mística y la entrega total a su poesía han encontrado desde hace algunos años un lugar privilegiado en el corazón del Istmo centroamericano. Falleció en San José, Costa Rica, en marzo de 2004.
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Tres Poemas de Jorge Charpentier
NO TE ME MUERAS PRONTO
IV
No te me mueras pronto.
Con quién tendría el amor de las palabras?
Con quién hacer la historia de mis dedos?
Con quién dejar el sueño vespertino
cuando la tarde moja acalorada
tu frente en mi mejilla?
A quién decir
la dulce geografía de la luz apagada?
A quién helar de luz
en el cielo del invierno?
Falta le harás a mi garganta
para nombrarte en diálogo.
Si te me mueres pronto,
con quién destruyo el tiempo
hasta encontrarte?
VIII
No te me mueras pronto.
Con quién tendría el amor de las palabras?
Con quién hacer la historia de mis dedos?
Con quién dejar el sueño vespertino
cuando la tarde moja acalorada
tu frente en mi mejilla?
A quién decir
la dulce geografía de la luz apagada?
A quién helar de luz
en el cielo del invierno?
Falta le harás a mi garganta
para nombrarte en diálogo.
Si te me mueres pronto,
con quién destruyo el tiempo
hasta encontrarte?
VIII
Y ahora, alerta, amor, alegre, toma tu azada,
recoge poco a poco el ruido de la mies en los graneros,
y deja que se pueblen las flores de casas y caminos.
Unos querían cama de mar y techo de montaña.
recoge poco a poco el ruido de la mies en los graneros,
y deja que se pueblen las flores de casas y caminos.
Unos querían cama de mar y techo de montaña.
Querían la casa de madera y sal
y rocas asomando en la ventana.
y rocas asomando en la ventana.
Otros querían empezar desde la tarde,
construir las puertas con espuma,
beber el vino en cerrados peces como copas.
beber el vino en cerrados peces como copas.
Pero yo no quise tanto.
Pedí sólo no talar el árbol,
Pedí sólo no talar el árbol,
ni el techo transparente de la flor extendida
que es el mar.
No pedí descansar sobre la vida
como sobre el pecho de una madre inmensa.
Pedí ser madre para parir la vida
Pedí ser madre para parir la vida
y no descansar de tal hija luminosa.
Como un filo extendí una mano
para cortar campanas a mitad de sonido
y beber la copa de mi vino.
Como nadie llegó todo me lo di.
Como sólo pedí de la vida otra vida
he ido creciendo hacia muchos horizontes subterráneos.
Allí te hallaré, copa de pez,
roca disminuida hasta campana, amor,
que como nadie me dio yo me daré.
Allí te hallaré, copa de pez,
roca disminuida hasta campana, amor,
que como nadie me dio yo me daré.
* * *
PRESAGIO CON ARBOL
Hoy no ando de suerte,
un pájaro extraño como una servilleta
se me prendió a las manos
y empezó a cantar
dedo con dedo.
Hoy no estoy para naipes.
Se me ocurrió entrar al parque
y un ángel verde me cayó en la manga
mientras leía los libros que hacen agua.
Hoy, como si maleficio se pusiera
en mi tomar el desayuno,
el cigarrillo se abrió de par en par
humedecido.
A quién echar la culpa
si los sueños
fueron brujos inmediatos agoreros
advirtiéndole al alma
no salir de casa.
Hoy no ando de amatista
que proteja mi luna.
Amanecí apagado
poblado de noviembre
y llueve sobre el aire.
Hoy no ando
para preguntas tuyas
de cuál va a ser tu destino
si no me alejara.
Amanecí con cuervos azules
que me avisan dejarte.
* * *
EPÍLOGO
Siempre al final del desahogo sórdido
me quedo tendido en forma de esqueleto sobre una mesa de mimbre.
Y cuando oigo hervir a lo lejos alguna voz conocida que me llama,
a mí, a mi esqueleto, a mi soledad sin hormiguero,
busco cosas que ofrecerle: aros de pan,
alimentos cohibidos como el amor,
odios destilados en los tímpanos.
Salgo a la noche y grito a los pies mi calor nuevo,
tiento el espacio imaginario de la voz y mi crujido.
En la calle me conocen la nieve y mi escondido vientre,
la hormiga y mi viejo animal cogido a las espaldas.
Entonces aturdo mis anímicos esquemas
y acuerdo consolarme dando un nombre a mi esqueleto,
que suene como un bélico andamiaje,
que llene sus vacíos de dulzura
y se quede aquí conmigo, tan yo mismo,
en la mesa mimbre y rota que madruga.
| Jorge Charpentier, (Costa Rica 1933). Filósofo, educador y poeta costarricense, conocido como “el poeta de la soledad y del rompimiento”. Fue profesor de filosofía en varios centros de estudios de Costa Rica y presidente del Ateneo Universitario. Recibió el premio Nacional de Poesía de Costa Rica en 1997. Falleció en San José, Costa Rica en 2004.
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