Plasmar la emoción exacta con la ayuda de las palabras: Armando Molina

El joven escritor Armando Molina en San Francisco / FOTO: Lalo Borja (COL).

[Entrevista realizada al novelista salvadoreño Armando Molina por el semanario en español ´De Libros y Autores´, Noticias Literarias. Miami, USA. Diciembre 23, 1998.]
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El autor de las novelas El amanecer de los tontos y Bajo el cielo del Istmo, el escritor y editor salvadoreño Armando Molina, en entrevista exclusiva para De Libros y Autores conducida con motivo del aniversario de su revista VOCES en la red mundial, publicación cultural editada en San Francisco California donde el escritor radica desde su juventud. Molina el escritor nos habla de sus experiencias en el nuevo medio de Internet, de sus proyectos literarios, y de sus métodos de trabajo como novelista.

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De Libros y Autores (DL&A): Armando Molina, su revista electrónica VOCES cumple este mes un año en la internet... podría decirnos ¿cuál ha sido su experiencia?

Armando Molina (A.M.): Ha sido una experiencia fascinante la de compenetrarme en un proyecto cultural como lo es la revista VOCES en la red mundial. Desde cualquier ángulo que lo vea: la amplitud del medio, su flexibilidad editorial, la posibilidad de abrir nuevos espacios de comunicación y entendimiento a través del arte y la literatura, que son precisamente las manifestaciones de humanidad de una cultura. Tener la opción amplísima de mostrar nuestras manifestaciones artísticas al mundo y aportar algo al deleite de la inteligencia han sido asuntos en los que por muchos años he venido persistiendo como escritor.

DL&A: Y personalmente a usted como escritor, ¿en qué medida le ha ayudado?

A.M.: Bueno, por un lado, la red me ha permitido acceder a una vasta y quizá infinita cantidad de información —herramienta invaluable en el oficio de escritor. Es decir, me facilita el proceso de investigación relacionado a cualquier tema o inquietud a desarrollar en mis escritos o en mi trabajo de editor cultural. Por otro lado, y quizá más importante aún, el medio ha achicado los espacios físicos de comunicación, y me ha brindado la oportunidad de mantener un diálogo cultural "horizontal" (llamémosle así), con otras mentes y artistas. Este diálogo cultural se desarrolla en un ambiente donde la visión democrática de la cultura y el arte es una praxis y ya no más una noción estrictamente retórica o política. Es decir, ahora la revista VOCES está presente en la red en el mismo plano de los grandes conglomerados de medios informativos. Independiente, y con una voz y objetivos definidos y una visión original. Y eso siempre lo he considerado un reto estimulante para la inteligencia. El llevarlo a cabo y hacerlo bien tendrá que ser entonces un asunto de calidad.

DL&A: ¿De dónde surgió realmente la idea de la revista?

A.M.: VOCES tenía ya un antecedente específico en el suplemento literario del mismo nombre, publicado en el antiguo periódico Horizontes de San Francisco. En 1988, a mi regreso a California después de una estancia en Europa donde escribí mi primera novela, me reincorporé a Horizontes como editor cultural. Allí, entre marzo y abril de 1990 fundé el suplemento literario VOCES, el cual dirigí y publiqué ininterrumpidamente hasta diciembre de 1995, año que coincidió con la lamentable desaparición del periódico. De modo que la revista VOCES en internet que surge en 1997 es una extensión natural de aquel suplemento mensual impreso. La diferencia estriba en que nuestro alcance es ahora más universal, si se quiere.

DL&A: Eso porque según usted la literatura centroamericana no tiene muchos padrinos en el ámbito internacional... ¿a qué cree se debe este fenómeno? ¿por qué piensa que El Salvador, por ejemplo, está menos atendido que otros países como Argentina, Chile y Colombia?

A.M.: Respondiendo a la primera pregunta: baste recordar que la pequeña república centroamericana viene de padecer una década de guerra, en la que el desgaste emocional de la sociedad salvadoreña afectó de manera profunda los asuntos de la cultura y el arte. En síntesis, lo que ocurrió, a mi juicio, fue un largo lapso disruptivo en el ámbito artístico y cultural, en el que el discurso social y político prevaleció sobre las preocupaciones estéticas individuales. Ese panorama empezó a cambiar paulatinamente a partir de la firma de los acuerdos de paz en 1992. Ya el arte no es sólo un privilegio de clase o una consigna oficial; ahora se perfila como algo más importante y vital para la vida nacional de los salvadoreños.

Respecto a la relevancia de la literatura salvadoreña en el plano internacional, me atrevo a reiterar que sigue siendo mínimo. Pero esto no es un fenómeno aislado ni propio sólo de El Salvador. Regiones enteras de Latinoamérica y de otros lugares del mundo parecen estar olvidadas por el canon europeo y norteamericano, los cuales obviamente juegan un papel hegemónico en los asuntos del arte y la cultura. Y este punto sobre la validez de ese papel de autoridad cultural daría para toda una discusión y debate. En nuestro caso salvadoreño, es una anomalía que intentamos erradicar a través de la revista VOCES. Por supuesto que en gran medida los problemas son de índole económico. En nuestros países no existe una "industria editorial", ni medios masivos de publicidad y ventas. Aunque sobre esto, aún no estoy muy convencido que éxitos de ventas equivalga a literatura con mayúsculas, como se tiende a pensar en ciertos círculos de actualidad.

DL&A: Tal vez hace falta algo innovador que ayude a impulsar esa literatura... pero también podrían estar faltando grandes temas... ¿no lo cree usted?

A.M.: Bueno, yo pienso que todo arte y cultura de cualquier país o región está constantemente amenazado por el anquilosamiento y la decadencia; de la misma forma que su renovación se debe en gran medida al dinamismo inherente al quehacer cultural. Por eso justamente se dice que el arte es la utopía perfecta, puesto que nunca se alcanza la obra de arte absoluta. Siempre es necesario romper los parámetros establecidos para crear algo "nuevo". Transgredir el hecho literario total, he ahí una buena forma de decirlo. Ese sería, a mi juicio, el gran tema.


"Yo siempre me he planteado la literatura como un oficio; un oficio con su práctica y sus conocimientos fundamentales del lenguaje, la escritura y sus mecanismos. Pero también es un oficio íntimamente ligado a la creatividad".


DL&A: Hablando de temas, ¿cuáles cree usted interesan más a nivel internacional?

A.M.: Sobre eso de los grandes temas de interés internacional, le diré que es un asunto que me resulta extraño. En lo personal, yo sólo sé de unos cuantos temas fundamentales: el amor, el odio, la solidaridad humana, la indagación existencial, las grandes instancias de la vida... En fin, los viejos temas de siempre. Más bien pienso en la originalidad en el arte, lo cual consiste básicamente, en aproximarse y contemplar lo viejo y lo conocido bajo una luz nueva. Es decir, la originalidad consiste en el retorno al origen de las cosas: lo único original.

DL&A: Usted que ya ha experimentado cierto acercamiento con el lector... tiene varios libros publicados, incluyendo dos novelas, "El amanecer de los tontos" y "Bajo el cielo del istmo"... ¿Cree usted que hay un mercado predispuesto cuando de centroamericanos se trata?

A.M.: Indudablemente. Y de hecho ya hay un atisbo de esos cambios e intereses, tanto en el aspecto comercial como académico. La literatura centroamericana ha sido incorporada ya a los programas de estudios universitarios y a los catálogos de ventas de varias casas editoriales de cierto poder comercial. Y es porque en Centroamérica, en estos momentos, se escribe una literatura de profundidad. Y la verdad es que lo ha habido siempre. Hay escritores enfrascados en su oficio desde hace varios años, quienes han surgido hoy con una obra de peso literario y de exigente factura, como deber ser la buena literatura. De eso no me cabe la menor duda. Podría mencionar varios nombres de quienes escriben excelentes novelas en el Istmo. Parte de esa tarea de dar a conocer a esos artistas y oficiantes del verbo es la que se ha impuesto la revista VOCES; ello constituye su filosofía editorial y su razón de ser.

DL&A: Finalmente, podría hablarnos de su proceso de creación... cómo arma una historia, de dónde parte para darse cuenta que es una novela o un cuento... en otras palabras, ¿cuál es su método de trabajo?

A.M.: Mire, yo siempre me he planteado la literatura como un oficio; un oficio con su práctica y sus conocimientos fundamentales del lenguaje, la escritura y sus mecanismos. Pero también es un oficio íntimamente ligado a la creatividad. En mi caso, trabajo en el plano creativo con lo que he dado por llamar "núcleos"; estos son elementos de trabajo que a la larga pueden llegar a convertirse en un proyecto más completo como puede serlo una novela: Ideas sueltas, pensamientos fortuitos, sensaciones y experiencias cotidianas, ideas y notas que plasmo en el transcurso de mi día en mi bitácora de escritor. Sea donde sea que me encuentre, constantemente pienso en la posibilidad de encontrar una idea tanto visual como emotiva que me permita arribar a maravillosas revelaciones y esquemas de vida. Eso me ofrece un mayor entendimiento de mi humanidad y de mi relación con la naturaleza y los demás. Y en eso estriba mi fascinación con la literatura, me ofrece la opción de darle coherencia a mi vida. Plasmar la emoción exacta con la ayuda de las palabras: una comunión entre elementos.



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▪︎ Reproducido el texto íntegro y la foto original del semanario De Libros y Autores.

▪︎ Publicado de nuevo en revista VOCES. Volumen VI (Marzo 2002).

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