VOCES: Editorial Final 2005

Logotipo de entrada a la revista digital VOCES de California / 1997 - 2002.


Confieso que me ha resultado difícil redactar esta nota editorial. Y aunque no es la primera vez que soy portador de tan deplorable noticia como la que en esta ocasión tengo que externar, lo cierto es que la tajante realidad que vivimos hoy se impone sobre cualquier buen deseo que pueda tener de cambiar el estado de cosas.

En 1997, hace exactamente ocho años, celebraba en un Editorial el comienzo de la nueva fase de vida de VOCES como una publicación cultural moderna y dinámica que se abría al mundo del arte para mostrar las manifestaciones de creatividad y reflexión latinoamericanas en San Francisco. Escribí en esa ocasión sobre la urgencia de rescatar nuestros esfuerzos artísticos e intelectuales, para dejarlos plasmados como huellas tangibles de nuestra presencia cultural en este lado del mundo. Y ciertamente hoy puedo regocijarme en el hecho concreto de haber logrado esos objetivos durante estos cinco años: trece ediciones en internet y seis volúmenes de la revista impresa. He ahí la suma de mis esfuerzos, que a partir de hoy quedará como valioso precedente para aquellos que seguirán con la difícil tarea. Idealismo y pragmatismo en grados iguales, afirmaba entonces. Y esto aún sigue vigente... Pero todo lo bueno debe terminar, reza la sabiduría popular.

En lo personal, reconozco que editar la revista VOCES ha sido una labor reconfortante y aleccionadora. Reconfortante, pues me ha permitido deleitar mi inteligencia con las proezas estéticas de muchos artistas, y también reflexionar sobre las personales y esperanzadoras (algunas) visiones de mundo de muchos creadores. Esto ha sido en muchas ocasiones un privilegio, y todo ello forma parte ya de mi acervo intelectual y artístico.

Aleccionadora, porque en su totalidad esta singular experiencia ha dejado en mi carácter una pizca de humildad, elemento espiritual que tanto he necesitado en mi trabajo creativo y en mi trato personal con la sociedad. Por lo demás, tal vez ahora pueda volver con más ímpetu a lo mío, es decir, a escribir novelas y ficciones, y a aquello que también yo he dado por llamar la mayor felicidad del hombre: la búsqueda de mí mismo a través del trabajo creativo.

Me ausento entonces seguro de haber desempeñado un trabajo digno y honrado durante todos estos años, y confiando que entre todas esas voces que aún reclaman ser escuchadas se encuentre una capaz de cargar con la difícil responsabilidad de darle continuidad a la huella que dejo en el camino. 

A partir de hoy, VOCES cesa su publicación.

Sí, he llegado al final de la jornada y me es harto difícil decir adiós. Ha sido un camino arduo y una tarea poco recompensada. Pero una experiencia altamente gratificante para mi espíritu. Y concluyo afirmando con certeza que todo el esfuerzo ha valido la pena.


ARMANDO MOLINA
San Francisco,  California, 20 de diciembre de 2005.


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