En la crisis no hay otro camino que avanzar: Armando Molina conversa con Luis Alberto Galindo.

Escritor Armando Molina / FOTO: Lalo Borja (COL).

Entrevista publicada en el semanario TIEMPO LATINO de San Francisco, California. Sección de Arte y Literatura. Abril 1989.

Hace exactamente seis años me encontré por primera vez con Armando Molina el entrevistado de hoy. En realidad mucho más tiempo que todo eso; algo así como el 1492 a.C. –la edad minoica y la edad pre-atómica. Naturalmente, éramos más jóvenes entonces de lo que la gente de misma edad lo es hoy. Armando estaba sentado en una de las vetustas mesas del café La Bohéme de la calle Veinticuatro situado en el pleno distrito de la calle Mission de aquí del barrio latino de la ciudad de San Francisco. Supe que me observaba sigilosamente como quien apura un amargo trago ya sin sabor, mientras yo estaba absorto en una lectura de Henry Miller. De pronto alguien me preguntó qué estaba leyendo; al instante dije: Henry Miller, le mostré la tapa del libro, y así iniciamos una agradable amistad literaria.

De aquel encuentro empezaron a surgir sueños a nuestras tentativas de convertirnos algún día en escritores. Hasta la fecha, Armando ha hecho más posible una realidad, ha escrito dos libros: El amanecer de los tontos (novela) y una selección de relatos cortos, Almuerzo entre dioses. Es decir, querido lector, que Armando Molina ha vuelto a contar historias, tanto la suya como la mía.

Hoy, como aquella tarde que nos conocimos, estamos sentados en un café bohemio hasta la médula, me refiero al Café Macondo de la calle 16 del mismo distrito de la Misión. Creo que este lugar es el más idóneo para realizar una entrevista a un escritor joven y de futuro como lo es Armando Molina, escritor salvadoreño y de pura cepa. Mi entrevista se desarrolló con preguntas casi instantáneas, es decir, olvidé a último momento el cuestionario elaborado. A falta de hechos específicos empecé preguntándole a Armando:

LUIS A. GALINDO (LAG): Hace dos años exactos que usted se fue de San Francisco, ¿qué hizo, literariamente, en ese lapso, qué obra produjo de esa experiencia?

ARMANDO MOLINA (AM): La palabra «literariamente» me suena un tanto elevada de promoción; me gusta pensar sobre lo que hasta ahora he logrado como escritor, y de la manera como yo lo miro la literatura es un oficio. Esto lo saben muchos. Ello requiere disciplina, talento y cierta estabilidad económica que al escritor le permita trabajar. En fin, lo que hice en este lapso de dos años fue irme a Europa y allí terminar mi novela, que es un primer intento de una obra completa. Es decir, es el punto de partida para proyectar un futuro literario. Aparte de eso, empecé un libro de relatos que a estas alturas está terminado; el título es Almuerzo entre dioses y fue concebido en Barcelona poco tiempo antes de partir de allá. El nombre de la novela es El amanecer de los tontos.

LAG: Cuando se marchó de San Francisco, ¿qué se llevó, visto en retrospectiva, después de vivir muchos años aquí en Estados Unidos, en contraste con la cultura latinoamericana?

AM: Llevarse algo no sé si sea la descripción adecuada para describir ese bagaje que un escritor acarrea siempre consigo. Pero sí puedo decir que San Francisco es para mí una experiencia completa. En su totalidad, es el lugar en el que me ha tocado vivir, y es un buen sitio precisamente para un individuo que quiera crear. Pero desgraciadamente también el mismo medio ambiente a veces no permite desarrollarte como escritor y eso me ocurrió a mí. No sé de manera precisa a qué se debía; yo digo que posiblemente eran demasiadas amistades, demasiadas fiestas, mucho bla bla bla y nada de trabajo; aunque a la larga, es eso precisamente lo que va a constituir el trabajo del futuro. Como dice un famoso escritor: "los pensamientos de ahora son el recuerdo del futuro".

LAG: O sea, quiere decir que cuando usted se marchó a Europa ¿estaba pasando una etapa de crisis con su escritura?

AM: No era necesariamente una etapa de "crisis", era realmente un crisis de disciplina. No había un bloqueo mental, por así decirlo. Yo pienso que todo escritor debería trazarse un programa de trabajo. Y es que es imprescindible tener una disciplina.

LAG: ¿Cuál es la crisis de un escritor en este fin de siglo?

AM: Según tengo entendido, en lo relativo al oficio de escribir lo que ocurre es que hay una cierta tendencia general y es aquella en que los escritores tienden a solidarizar sus ideas, a pensar en grupo y homogenizar las ideas. Nunca he estado de acuerdo con ello. El escritor es único, el artista es uno solo, solitario. Lo que quiero decir con todo esto, es que el mejor escritor es aquel que es independiente, dicho en el sentido estricto de la palabra.

El joven novelista Armando Molina firmando libros en el Café Macondo de San Francisco CALIF., 1989.

LAG: Hace unos momentos usted acaba de mencionar la palabra independiente (diremos "independiente entre comillas"). ¿Existe una relación con la palabra compromiso respecto a la literatura?

AM: ¿Compromiso? No sé si me gusta la palabra compromiso en ese sentido. Yo hablaría de rompimientos, respecto a la literatura. Es decir, me gustaría pensar que el individuo, el escritor en este caso, tendrá siempre que romper ciertos parámetros de los cánones establecidos para poder crear algo "nuevo". De otra manera, permanecemos estancados.

LAG: ¿Pero usted no cree que un escritor, viniendo especialmente de un país latinoamericano, debe estar comprometido en algún aspecto con los estamentos políticos, económicos y sociales de nuestra realidad latinoamericana?

AM: El trabajo social se lo dejo a los intelectuales y críticos sociales. Yo, en mi calidad de escritor, trato simplemente de ser honesto y de escribir una buena historia. Y mire, todos mis escritos tienen un origen genuino, en el sentido de que vienen directamente de una experiencia personal pero ahora convertida en historia escrita. Repito: yo le dejo el trabajo social a los escritores y críticos sociales. Por eso mencioné la palabra independiente hace un momento.

LAG: Volviendo al tema de su novela, ¿más o menos nos puede adelantar la trama a grandes rasgos?

AM: No hay de por sí una trama general que se mueva dentro de la novela; ni tampoco trato de hacer dentro de la narración una fábula con una moraleja al final. Simplemente trato de apegarme a una realidad humana. La descripción de la novela bien podría resumirse así: Es un retrato de la vida de cierto número de expatriados latinoamericanos, donde cada personaje que relato tiene una historia que contar, a veces dramática o absurda, o sus experiencias inmediatas en una ciudad moderna y cosmopolita como es San Francisco hoy, que es donde ambiento la novela.

LAG: ¿Tiene algunos escritores modelos?

AM: Bueno, esa es una pregunta divertida, soy de los que piensan que escribir es una repetición constante a través de los siglos. No se escribe nada nuevo en el sentido de escribir. Son las mismas palabras las que se usan, la misma dicotomía, las mismas conductas del ser humano, amor, odio, crueldad, celos, pasión, etc., sobre las que se escriben. Mire, si tuviera que escoger tres escritores escogería a Balzac, a Dostoyevski y a Tolstoi. Para mí esos son buenos y bastante amplios modelos literarios de todo buen escritor contemporáneo. Por supuesto que hay muchísimos más.

LAG: ¿Qué tiempo le ha llevado escribir esa novela?

AM: Este proyecto de mi primera novela lo terminé en febrero de 1988, en Barcelona, viajó conmigo por buena parte de Europa mientras lo escribía. Por cierto, era un proyecto que venía bastante retrasado. Hubo un tiempo en que anduve dándome de golpes, por así decirlo, contra las paredes, tratando de escribir un par de frases y ése era precisamente mi problema, mi crisis, como tú le llamas. Quería encontrar una nueva manera de decir las cosas. Finalmente lo conseguí, en su momento y a mi manera.

LAG: En este punto creo que hay que hacer un paréntesis; recuerdo que a usted lo conocí cuando trabajaba en el campo de las ciencias. Me parece que tuvo una profesión opuesta a la carrera literaria.

AM: Sí, mi entrenamiento académico fue distinto. Soy ingeniero de profesión y trabajé por más de siete años en una prestigiosa compañía a nivel mundial. Trabajo que me aportó una experiencia beneficiosa, aparte que me dejó cierto bagaje intelectual no muy agradable, como es el de experimentar la sociedad de consumo norteamericana y su superficialidad. Pero sí veo el lado positivo; por mi empleo tuve la oportunidad de viajar y visitar varias ciudades norteamericanas importantes como Nueva York, Washington D.C., Los Ángeles, Atlanta y Chicago. Allí conocí esa clase de vida que estoy tratando de representar a través de mi escrito. Es cuestión de balancear la situación.

LAG: ¿Usted se centra en una determinada historia y persigue un objetivo hasta alcanzarlo?

AM: Me gusta agarrar trozos de la vida y hacer pequeños esquemas de posibilidades y circunstancias. Y a través de esas combinaciones de posibilidades y circunstancias puede que represente un pedazo de la vida de un individuo, cualquier individuo, en cualquier parte del mundo.

LAG: ¿Usted cree que un escritor de nuestro tiempo tiene que cumplir una función en la sociedad?

AM: Creo que la única función que tiene el escritor es para consigo mismo.

LAG: Para concluir esta entrevista, ¿cuáles son sus proyectos futuros e inmediatos?

AM: A estas alturas todavía estoy jugando con nuevas ideas, estoy definiendo personajes, golpeándome la cabeza con nuevas formas, tratando de definir qué es lo que quiero escribir y cómo. Y sí, tengo varios núcleos de ideas. También estoy trabajando en una pieza de teatro que, por supuesto, muy pronto daré a conocer.

Finalmente, nuestra entrevista vuelve a terminar en una plática literaria en el café Macondo.

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* * Luis Alberto Galindo, periodista peruano radicado en el Área de la Bahía de San Francisco.

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