Optimismo vs Realidad

Imágenes de pobreza en California. / Foto: Internet.

El dato es contundente, y nunca creímos que llegaría para quedarse entre nosotros: Uno de cada siete estadounidenses vive en la pobreza. Tajante realidad. En términos técnicos esto significa que desde el 2009 en los Estados Unidos el país más rico del planeta el 14,3 por ciento de la población vive ahora en la pobreza tal como la conoce el resto del mundo; una figura que se traduce en 43.6 millones de personas, según datos del U.S. Census Bureau.

Amargo argumento el anterior, que contrasta duro con el optimismo con que comenzamos el 2010 y que tiende a producir un desencanto con la realidad presente.

Claro que detrás del dato hay millones de tragedias, y sabemos que cualquiera de nosotros es vulnerable a convertirse en víctima de tan nefasta estadística. Igualdad de oportunidad para todos, diríamos irónicamente. Tal parece que por ahora no importa la creatividad, la energía y la mística de trabajo que podamos profesar. No es que no existan las oportunidades, pero lo cierto es que estos días son escasas. La presente realidad indica que grandes segmentos de la población en edad de trabajo ya no podrán volver a la fuerza laboral, que muchos jóvenes recién graduados de la universidad no encontrarán empleo, y éstas son otras realidades definitivas que debemos digerir y aceptar.

Tampoco hay visos de que la recesión económica que nos afecta globalmente vuelva sobre aquella ruta de dudosa prosperidad que conocíamos. De ahora en adelante todo lo que vendrá será nuevo: nuevas realidades económicas y nuevas maneras de afrontarlas, nuevos esquemas de trabajo, nuevas formas de pensar la vida ante el futuro. Es el sistema una vez más removiéndose el exceso de epidermis. Lo que también quiere decir que el presente requiere de claras visiones y planes de vida más cercanos a esa nueva realidad. Preparación y optimismo en grandes dosis.

Sin embargo en nuestro entorno la vida sigue su curso acostumbrado; el trabajo, la familia, los impuestos, las deudas, las pequeñas y grandes alegrías cotidianas todavía son parte de nuestro afán diario. Por hoy el día a día simplemente se ha hecho más urgente y angustioso en materia económica, y la verdad es que siempre ha sido así sólo que ahora lo percibimos con más dureza en carne propia.

Pero las cosas no andan tan mal en nuestra vida personal, ¿no es cierto? Si las vemos desde la perspectiva del optimismo, nos daremos cuenta de que aún podemos disfrutar de esas pequeñas cosas que conforman nuestra historia personal: la sonrisa de nuestros hijos, verlos crecer y despuntar a pesar de todo, alegrarnos porque nuestro equipo favorito ganó su partido el pasado fin de semana, o gozar de una grata cena en familia o con amigos... la Copa del Mundo fue altamente satisfactoria en esta ocasión... Allá afuera la creatividad anda libre y radiante siempre dispuesta a asombrarnos a la primera oportunidad. Es decir pues, que las cosas no están tan horribles como podría pensarse.

Y es eso lo que celebramos a lo largo de este año en nuestras páginas virtuales: el optimismo, toda una celebración de humanidad.

Como saben, nos interesa la gama de vida latinoamericana en todas sus variantes y manifestaciones y queremos festejar nuestros triunfos y analizar nuestros retos en un diálogo con nosotros mismos. Celebrar un poema que nos conmueva o comentar una buena novela de los nuestros, hacer una pausa y rendir tributo a nuestras leyendas. Nos emocionamos por el reciente premio Nobel de literatura meritoriamente otorgado al peruano Mario Vargas Llosa y nos admiramos del audaz rescate de los mineros chilenos en el Atacama. Y por qué no, hasta celebramos una nueva cara bonita latina en televisión o un nuevo talento en la música o en el cine.

En LATINOVISIÓN vemos la vida así, un emocionante sube-y-baja que se balancea entre la comedia y el drama. Sabemos que no será la primera ni la última vez que se inclinará por uno de los lados. Y ahí vamos en nuestro día a día, embelesados entre lapsos de tristeza y tragedias colectivas, asombrados con las simples maravillas que la vida nos ofrece. Hay optimismo en el ambiente, no lo podemos ver pero muchos lo sentimos.

Con todo la vida sigue siendo el misterio divino y don precioso que todos queremos revelar. Por ahí transitamos nosotros, entre la tristeza del momento actual y la emoción de mirar con esperanzas hacia el futuro. Yo creo que esto bien vale la pena.


ARMANDO MOLINA
San Francisco, California

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Publicado en revista LATINOVISIÓN de California (01-08-2010).


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