Arte latinoamericano en San Francisco California ▪︎ Romeo G. Osorio
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| José Ramón Lerma (USA). ´Abstracción III´. 1955. |
Arte Latinoamericano
en San Francisco (USA) ▪︎
Por ROMEO GILBERTO OSORIO
Sus inicios los podemos remontar a los años 50, con los primeros latinos de origen mexicano que son admitidos al Art Institute of San Francisco. Tras la Guerra de Corea, a través del "G.I. Bill", son acogidos varios artistas latinos en esta institución en cuyos programas de la época predominara como escuela el Abstraccionismo. Era de esperarse que en un inicio sus estilos reflejaran este hecho: tanto Peter Rodríguez como José Ramón Lerma son fuertemente influenciados por el Expresionismo Abstracto; ambos posteriormente adoptan la iconografía y son considerados parte de la vanguardia chicana.
En la misma línea en un estilo abstracto más formal también labora Luis Cervantes; Manuel Neri, por su parte, se inicia en un contexto de experimentación conceptual, y a través de una labor escultórica figurativa de técnica inovadora en la manipulación del plaster, se transforma en uno de los maestros neofigurativos, estilo que de hecho destrona como corriente estilística predominante al Expresionismo Abstracto en el Instituto, ya para los años 60.
Por encima de consideraciones estilísticas, éstos confrontan los dilemas del mercado y la crítica, ámbitos que también demandaban solución. Es así que a finales de los 60 Luis Cervantes y Ernie Palomino abren la Nueva Galería de la Misión. Iniciativas similares, tanto como la creación de NAP (Neighboardhood Arts Program), aunado al activismo étnico de la época, genera el surgimiento de una nueva generación de artistas cuyos esfuerzos logran conformar lo que fácilmente podríamos denominar el "cuadrángulo dorado" de las artes latinas de San Francisco, debido a su peculiar configuración en el mapa del barrio: El Centro Gráfico de La Raza en la calle 16 y Valencia, El Museo Mexicano en la calle 14 y Folsom, la Galería de La Raza en la calle 24 y Bryant, y finalmente en 1977 se abre el Centro Cultural de la Misión en las calles 25 y Misión.
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| Manuel Neri (USA). ´Study No. 13´. 1984. |
Aunque inicialmente ciertas diferencias de énfasis los distingue, la interrelación de los artistas se efectúa alrededor de esta incipiente infraestructura. Así, la Galería de La Raza enfatiza el arte chicano, mientras el Centro Cultural cobra un cariz latino más amplio de centro y sudamericanos. El Museo Mexicano, por su parte, nunca pretendió ser más que lo que su nombre indica; éste parte eventualmente a Fort Mason, y espera establecerse como parte del complejo artístico de Yerba Buena.
Acorde a la efervescencia de la época, los medios favoritos llegan a ser el mural y el afiche. En este contexto surgen las serigrafías de Rupert García, Ralph Maradiaga y Juan Fuentes, así como los murales de un Chuy Campusano y un Mike Ríos. Entre las Mujeres Muralistas a Patricia Rodríguez, Graciela Carrillo e Irene Pérez. La pintura de una Yolanda M. López, cuyos temas relacionados a la Virgen de Guadalupe se convierten en pedigree visual del movimiento chicano. Las instalaciones y las copias xerox de un René Yánez y una Mia González, que junto a Ralph Maradiaga conducen los destinos de la Galería de La Raza por muchos años. Ellos representan un primer momento en el movimiento Chicano en San Francisco.
Paralelamente se desarrollan las artes gráficas y la literatura que tienen su expresión en los periódicos comunitarios El Tecolote, La Gaceta Sandinista, El Pulgarcito, Horizontes y otros. En un contexto más artístico literario, la revista Tin Tan de la editorial Pocho Che, donde aparece el diseño de la mayoría de los mencionados. Sobre el grupo que conformaba esta editorial, recae eventualmente la fundación y estructuración inicial del Centro Cultural de la Misión. Posteriormente se desarrollarían de forma similar las revistas Oveja Negra y en la última década, Voces.
Acorde a la efervescencia de la época, los medios favoritos llegan a ser el mural y el afiche. En este contexto surgen las serigrafías de Rupert García, Ralph Maradiaga y Juan Fuentes, así como los murales de un Chuy Campusano y un Mike Ríos. Entre las Mujeres Muralistas a Patricia Rodríguez, Graciela Carrillo e Irene Pérez. La pintura de una Yolanda M. López, cuyos temas relacionados a la Virgen de Guadalupe se convierten en pedigree visual del movimiento chicano. Las instalaciones y las copias xerox de un René Yánez y una Mia González, que junto a Ralph Maradiaga conducen los destinos de la Galería de La Raza por muchos años. Ellos representan un primer momento en el movimiento Chicano en San Francisco.
Paralelamente se desarrollan las artes gráficas y la literatura que tienen su expresión en los periódicos comunitarios El Tecolote, La Gaceta Sandinista, El Pulgarcito, Horizontes y otros. En un contexto más artístico literario, la revista Tin Tan de la editorial Pocho Che, donde aparece el diseño de la mayoría de los mencionados. Sobre el grupo que conformaba esta editorial, recae eventualmente la fundación y estructuración inicial del Centro Cultural de la Misión. Posteriormente se desarrollarían de forma similar las revistas Oveja Negra y en la última década, Voces.
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| Portada de revista VOCES. 1999. |
En el contexto de estos esfuerzos, quien esto escribe funda la Galería Museo en el Centro Cultural de la Misión. Ahí mismo surge lo que eventualmente se consolidaría como Mission Gráfica, iniciada por el mexicano Alfonso Maciel. A éste le siguen en su desarrollo Joes Sances y el chileno René Castro. En la actualidad Mission Gráfica es conducida por Juan Fuentes y el oaxaqueño Calixto Robles.
Para 1980 el pintor guatemalteco Carlos Loarca, quien inicialmente exhibiera en la Galería de la Raza, se incorpora al programa visual del Centro Cultural, y más tarde asume la conducción de la Galería Museo, finalmente estableciéndose como fundador y director de la galería de SOMAR, donde labora hasta la fecha. Sus acrílicos, de un expresionismo abstracto figurativo de temática vernacular, parten de aquellos primeros lienzos donde se podía observar la influencia de un Mérida. En años recientes el símbolo del cadejo predomina como tema central. Su obra comienza a tener una aceptación crítica más amplia, la que recientemente fuera homenajeada en la Bienal de Pintura de Florencia, y una proyectada retrospectiva en el Museo deYoung.
Durante esta etapa se establecen en San Francisco los nicaragüenses Rolando Castellón, artista conceptual, curador del MOMA, y Alfonso Ximénez, pintor paisajista. De este último, sus óleos muestran una aplicación de impastos en una técnica formal, de colores contrastantes que definen siluetas de calles, paredes, techos, y que al igual que Loarca, concretiza en una temática costumbrista.
En otra línea y un tanto marginal al movimiento, el pintor mexicano Gustavo Rivera se establece en la Abstracción, en la que labora consistentemente hasta su aceptación comercial a mediados de los 80. En la emergente disciplina del "performance", el caso del salvadoreño Herbert Siguenza, nos reitera la tesis de la interrelación arriba mencionada. Éste se inicia como serigrafista en La Raza Graphics y termina integrando el grupo "Culture Clash" con Raul Salinas y Richard Montoya, promovido por René Yañéz en la Galería de la Raza. El "performance", que linda en la teatralidad, se arraiga en los años 80 con el chileno Carlos Barón y el chicano Rodrigo Reyes, éste último con quien se iniciara Herbert Siguenza. Posteriormente el mexicano Guillermo Gómez Peña se establece en San Francisco, mientras "Culture Clash" se muda a Los Angeles.
Para 1980 el pintor guatemalteco Carlos Loarca, quien inicialmente exhibiera en la Galería de la Raza, se incorpora al programa visual del Centro Cultural, y más tarde asume la conducción de la Galería Museo, finalmente estableciéndose como fundador y director de la galería de SOMAR, donde labora hasta la fecha. Sus acrílicos, de un expresionismo abstracto figurativo de temática vernacular, parten de aquellos primeros lienzos donde se podía observar la influencia de un Mérida. En años recientes el símbolo del cadejo predomina como tema central. Su obra comienza a tener una aceptación crítica más amplia, la que recientemente fuera homenajeada en la Bienal de Pintura de Florencia, y una proyectada retrospectiva en el Museo deYoung.
Durante esta etapa se establecen en San Francisco los nicaragüenses Rolando Castellón, artista conceptual, curador del MOMA, y Alfonso Ximénez, pintor paisajista. De este último, sus óleos muestran una aplicación de impastos en una técnica formal, de colores contrastantes que definen siluetas de calles, paredes, techos, y que al igual que Loarca, concretiza en una temática costumbrista.
En otra línea y un tanto marginal al movimiento, el pintor mexicano Gustavo Rivera se establece en la Abstracción, en la que labora consistentemente hasta su aceptación comercial a mediados de los 80. En la emergente disciplina del "performance", el caso del salvadoreño Herbert Siguenza, nos reitera la tesis de la interrelación arriba mencionada. Éste se inicia como serigrafista en La Raza Graphics y termina integrando el grupo "Culture Clash" con Raul Salinas y Richard Montoya, promovido por René Yañéz en la Galería de la Raza. El "performance", que linda en la teatralidad, se arraiga en los años 80 con el chileno Carlos Barón y el chicano Rodrigo Reyes, éste último con quien se iniciara Herbert Siguenza. Posteriormente el mexicano Guillermo Gómez Peña se establece en San Francisco, mientras "Culture Clash" se muda a Los Angeles.
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| Romeo Gilberto Osorio (USA). ´Tiempo Maya´. 1992. |
La fotografía y el cine tienen sus adeptos en Francisco Camplís y René Castro. Más tarde el colombiano Lalo Borja, quien nos deja la documentación de esta generación de artistas en su serie "Ojo al Artista". También están Cathleen Apodaca, fotógrafa nativo americana que documenta el período anterior, y los mexicanos Lalo Obregon y Silvia Ledezma, entre otros.
En el trancurso se agregan a las filas chicanas una nueva generación de graduados de las ascuelas locales, alrededor de la Galería de la Raza: Amelia Mesa-Bains, Carmen Lomas Garza, Juana Alicia, Sal García. Al mismo tiempo hacen su aparición en San Francisco, el mexicano Enrique Chagoya y la artista argentina Claudia Bernardi.
En el trancurso se agregan a las filas chicanas una nueva generación de graduados de las ascuelas locales, alrededor de la Galería de la Raza: Amelia Mesa-Bains, Carmen Lomas Garza, Juana Alicia, Sal García. Al mismo tiempo hacen su aparición en San Francisco, el mexicano Enrique Chagoya y la artista argentina Claudia Bernardi.
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| Enrique Chagoya (MEX). Monotipo. 2006. |
Los años 80 es la década de las guerras revolucionarias en Centroamérica: una de migración acelerada, y debido a la cual llegan artistas como los salvadoreños Isaías Mata, pintor responsable del controvertido mural de la iglesia de San Pedro en el barrio de La Misión. Por otro lado, alrededor del grupo gráfico Tamoanchán se agrupan Martivón Galindo, Carlos y Victor Cartagena, Ricardo Portillo y Carmen Alegría. Sus estilos demuestran una influencia ecléctica de corrientes y estilos locales, y todos despuntan en la pintura. Un tercer hermano Cartagena, no ligado a Tamoanchán, demuestra una criollísama orientación imaginera.
Al arribar los años noventa, mientras volvía a Nicaragua Alfonso Ximénez después de radicar veinte años en San Francisco, se establece en el área de la Bahía, su coetáneo Otto Aguilar, artista entrenado en la Unión Soviética, quien fuera director de la Escuela de Artes Plásticas de Managua.
La era posreaganeana, y el consecuente corte de fondos en pro de las artes, se hace sentir en las instituciones comunitarias a principio de los noventa. Una combinación de mala administración y falsa filantropía causa la desaparición de La Raza Graphics que había unido esfuerzos con el Centro Cultural de la Misión para sobrevivir, y cuyo funcionamiento queda también prácticamente cancelado por tres años, sumergido en un mar de oportunismo y de una retórica pseudorrevolucionaria de la cual aún no se recupera. La crisis no deja exempta a ninguna de las intituciones comunitarias: el Museo Mexicano retraza su inserción al complejo de Yerba Buena Center, así como Galería de la Raza no resuelve el problema de su local, y aún Intersección for the Arts, que nace en North Beach y se mueve a la Misión durante los 80, y que siendo la primera institución no lucrativa en San Francisco, se ve igualmente amenazada.
Al arribar los años noventa, mientras volvía a Nicaragua Alfonso Ximénez después de radicar veinte años en San Francisco, se establece en el área de la Bahía, su coetáneo Otto Aguilar, artista entrenado en la Unión Soviética, quien fuera director de la Escuela de Artes Plásticas de Managua.
La era posreaganeana, y el consecuente corte de fondos en pro de las artes, se hace sentir en las instituciones comunitarias a principio de los noventa. Una combinación de mala administración y falsa filantropía causa la desaparición de La Raza Graphics que había unido esfuerzos con el Centro Cultural de la Misión para sobrevivir, y cuyo funcionamiento queda también prácticamente cancelado por tres años, sumergido en un mar de oportunismo y de una retórica pseudorrevolucionaria de la cual aún no se recupera. La crisis no deja exempta a ninguna de las intituciones comunitarias: el Museo Mexicano retraza su inserción al complejo de Yerba Buena Center, así como Galería de la Raza no resuelve el problema de su local, y aún Intersección for the Arts, que nace en North Beach y se mueve a la Misión durante los 80, y que siendo la primera institución no lucrativa en San Francisco, se ve igualmente amenazada.
Sintomático de cambios en ciernes lo ejemplificó la exhibición "Vanguardia del Movimiento Chicano en el Norte de California", curada por Sal García en 1994, exhibición que no incluyó a ninguna mujer artista. Ésta muestra por supuesto fue boycoteada, y de cuya polémica relucieron dos observaciones interesantes: la también exclusión de un Carlos Loarca por el simple hecho de ser guatemalteco; y la justificación dada en última instancia en cuanto a la ausencia de la representación femenina: se acotó su tardía llegada al movimiento, debido a la fuerte oposición a la "asimilación" que las mujeres presentaran en un inicio.
Una tendencia a la "fuga del barrio" fue reiterada durante las festividades conmemorativas del 25 aniversario de Galería de la Raza, celebrada en el recién abierto Yerba Buena Center (en su breve conato inicial de identificación comunitaria, antes de ser cooptado por el sistema de galerías de la ciudad). Es de notarse que durante ese mismo período, Yerba Buena reconoce también la labor de Mission Gráfica, a la que otorga la segunda exhibición tras su apertura.
Así, la revista Pocho clamaba, "lo Chicano ha muerto".
A finales del siglo, al movimiento lo encontrábamos con un pie en el barrio y otro en el "mainstream", en la coyuntura precisa en que la grieta que divide a los que tienen y los que no, se agranda cada vez más. A propósito del caso, ya de por sí desproporcionado, el otorgamiento a cinco artistas chicanos, de comisiones artísticas destinadas a la terminal aérea internacional del Aeropuerto de San Francisco. Fuera del hecho que los esfuerzos técnicos resultan endebles, como en el caso de Carmen Lomas Garza que intenta proyectar la técnica de papel cortado al metal, y la de Rupert García que aplica mecánicamente el diseño serigráfico al mosaico, ambos casos pierden magnitud. Por otro lado, los de Enrique Chagoya y el fresco de Juana Alicia y Emanuel Montoya, resultan técnicamente más aceptables, pero de una temática extremadamente naivista no confrontativa, muy lejos de la posición militante que caracterizara al movimiento en sus inicios.
Desde la adquisición del sistema de centros culturales con fondos federales en 1975, la inversión en las artes comunitarias había sido nula. No es sino hasta mediados de los noventa que, en un vuelco radical, la ciudad reorienta sus fondos e invierte en el teatro BRAVA, mismo que se proyectaba como panacea a la delincuencia que plaga el área del Teatro York. Éste, al igual que el Museo Mexicano, se ve obligado a posponer su traslado a Yerba Buena debido a la creciente escasez de fondos; BRAVA ve postergado su funcionamiento y reconstrucción, sin poderse aun constatar qué rol ha jugado en el aspecto social del área como en el teatral.
Así, la revista Pocho clamaba, "lo Chicano ha muerto".
A finales del siglo, al movimiento lo encontrábamos con un pie en el barrio y otro en el "mainstream", en la coyuntura precisa en que la grieta que divide a los que tienen y los que no, se agranda cada vez más. A propósito del caso, ya de por sí desproporcionado, el otorgamiento a cinco artistas chicanos, de comisiones artísticas destinadas a la terminal aérea internacional del Aeropuerto de San Francisco. Fuera del hecho que los esfuerzos técnicos resultan endebles, como en el caso de Carmen Lomas Garza que intenta proyectar la técnica de papel cortado al metal, y la de Rupert García que aplica mecánicamente el diseño serigráfico al mosaico, ambos casos pierden magnitud. Por otro lado, los de Enrique Chagoya y el fresco de Juana Alicia y Emanuel Montoya, resultan técnicamente más aceptables, pero de una temática extremadamente naivista no confrontativa, muy lejos de la posición militante que caracterizara al movimiento en sus inicios.
Desde la adquisición del sistema de centros culturales con fondos federales en 1975, la inversión en las artes comunitarias había sido nula. No es sino hasta mediados de los noventa que, en un vuelco radical, la ciudad reorienta sus fondos e invierte en el teatro BRAVA, mismo que se proyectaba como panacea a la delincuencia que plaga el área del Teatro York. Éste, al igual que el Museo Mexicano, se ve obligado a posponer su traslado a Yerba Buena debido a la creciente escasez de fondos; BRAVA ve postergado su funcionamiento y reconstrucción, sin poderse aun constatar qué rol ha jugado en el aspecto social del área como en el teatral.
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| Carlos Loarca (GUA). ´Nahuales´. 1991. |
Un proceso acelerado de desplazamiento de los latinos del área cambia drásticamente la naturaleza del barrio, e incrementa su afluencia iniciando la apertura de galerías estrictamente comerciales que intentan capitalizar en éste cambio. Este fenómeno se concentra en los ejes de las calles 24 y Valencia. Para mencionar sólo los que enfatizan el arte latino: La Encantada y Art Beat conducidos por Mia González y Ana Montano (antes directora de la Galería de la Raza). Exhibiciones ocasionales en Back to the Picture, y finalmente el programa de murales Precita Eyes, institución que se muda definitivamente a su nuevo local en la Calle 24.
Alrededor de la galería El Balazo/Bad Lands se congregan los mexicanos Jesús Pérez y Francisco Tovar y los chicanos Colación y Michael Roman, entre otros. Éstos constituyen una continuación ecléctica del movimiento chicano, enmarcada más ampliamente en un estilo tendiente a lo figurativo y caricaturesco. En ellos predomina el grabado, la serigrafía, el aerosol y el estencil. Esta caracterización también se aplica al salvadoreño-nicaragüense Francisco Orrego en sus montajes de cartón, y a Isis Rodríguez en un contexto feminista. De hecho, recientemente la revista Art Forum considera a Michael Roman como figura esencial con el uso de sus estenciles en la escena del East Village en Nueva York, durante su apogeo en los años 80. En los últimos años, junto a Mike Ríos, éstos han representado un grupo allegado a Carlos Santana, cuya colaboración en video pudo ser apreciada en la reciente presentación en los Grammy, al igual que Roman quien incursiona en el cine.
Cabe mencionar el rol jugado por las cafeterías de San Francisco, una suerte de escalón donde transita consistentemente el arte local. Un perenne expositor en ellas sería el mexicano Mario Jovel, y también la decoración del colombiano Victor Hugo Segura. En ellas despuntan con regularidad los nuevos valores del arte latinoamericano de San Francisco, tal es el caso del hondureño Mario Javier Rosales y la colombiana Josefina Bates, graduada reciente del San Francisco Art Institute.
Así nos encuentra el nuevo siglo.
| Romeo Gilberto Osorio, escultor, pintor y crítico de arte, nacido en California de padres de origen salvadoreño. Fue fundador y ha fungido como director artístico del Mission Cultural Center for Latino Arts de San Francisco, California, y editor de arte de la extinta revista de cultura VOCES.
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▪︎ Publicado originalmente en revista VOCES de California en 2002.





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