POESÍA: Ana Istarú

ARTE: Rafael Varela (ESA). ´Desnudo subiendo la Escalera´. 2019


Ana Istarú
La estación de fiebre
(fragmentos)

III.
Este tratado apunta
honestamente
que el pudor y su sueño
no encuentran mejor dueño
que el rincón apacible
de la vagina
y me destina
a una paz virginal
y duradera.
Esto el tratado apunta.
Por ser latina y dulce
y verdaderamente inclinada
a una casta tensión de la cadera.
Y no lastima
al parecer
las intenciones puras
de tantos curas.
El novio se contenta,
al padre alienta
que en América Central
siempre se encuentra
su hija virgen y asexual.
Este tratado enseña
como el varón domeña
y preña
en la América Central
y panameña.
Y de esta fálica
omnipotencia
mi rebelión de obreras
me defienda.
Porque tomo la punta de mis senos,
campanitas
de agudísimo hierro
y destierro
este himen puntual
que me amordaza
en escozor machista
y en larga lista
de herencia colonial.
Yo borro este tratado de los cráneos,
con ira de quetzal
lo aniquilo
con militar sigilo
lo muerdo y lo pulverizo,
como a un muerto ajado e indeciso
lo mato y lo remato
con mi sexo abierto y rojo,
manojo cardinal de la alegría,
desde esta América encarnada y encendida,
mi América de rabia, la Central.


La poeta y dramaturga
costarricense Ana Istarú.


XI.
Mi clítoris destella
en las barbas de la noche
como un pétalo de lava,
como un ojo tremendo
que ataca la dicha,
al que el placer ataca
y contraataca
con zumos delicados,
enfrebrecidas salamandras.
El útero olvida
su suave domicilio. Desata
las cuerdas del espacio.
Varón que te recorre
mi pubis, fuego y raso.


XVII.
El sol nace en tu ingle,
eleva con esfuerzo
de dios pequeñito
la torre de tu cuerpo,
grave como él, y leve.
Su puño dorado
va erigiendo tu pene
(envidia del arcángel
sin sexo a que atenerse)
hasta alcanzar la punta
de labio donde endulzas
tu gota de varón
y la sostienes,
la amarras como un barco
resuelto en la simiente.
Me marcarás un eco en la matriz.
Seré lluvia, algo que inventaré
durante el vuelo
asida a tu entrepierna.
Y así, ¡qué paz de mar
con que bautices
el vaso de mi entraña!
Tu sol. Tu sol. Tu sol.
Mi pozo negro.


*       *       *


Ahora que el amor

Ahora que el amor
es una extraña costumbre,
extinta especie
de la que hablan
documentos antiguos,
y se censura el oficio desusado
de la entrega;
ahora que el vientre
olvidó engendrar hijos,
y el tobillo su gracia
y el pezón su promesa feliz
de miel y esencia;
ahora que la carne se anuda
y se desnuda,
anda y revolotea
sobre la carne buena
sin dejar perfumes, semilla,
batallas victoriosas,
y recogiendo en cambio
redondas cosechas;
ahora que es vedada la ternura,
modalidad perdida de las abuelas,
que extravió la caricia
su avena generosa;
ahora que la piel
de las paredes se palpan
varón y mujer
sin alcanzar el mirto,
la brasa estremecida,
ardo sencillamente,
encinta y embriagada.
Rescato la palabra primera
del útero,
y clásica y extravagante
emprendo la tarea
de despojarme.
Y amo.


*       *       *


Hoy no he leído un libro con asombro

Hoy no he leído un libro con asombro.

Al despertar
quise tocar un lienzo:
se hizo a la mar.

Quise tomar mi té:
el cuenco tornó a fuente.
Yo vi los numerosos
gramos de agua.

Quise prender la puerta:
se puso a arder.
Yo estuve absorta.
El pan se me escurrió
como un clavel de arena.

Debo decir: Hoy no he leído un libro con asombro.

Al despertar,
convengo:
alguien posó sus alas contra el muro.

Debo pensar
¿un hombre me habitó?
Bajó del mes de junio.

Ahora lo sé:
Hoy no he leído un libro.
Alguien está escribiendo
la historia que esperaba.

¿Es un alfil de plata?
¿Un hombre que se aleja de París?

¿Son este par de manos
con su cuello?
¿Un cuello que me pone de rodillas
y así de boquiabierta?

Yo vi su cisne.
Ahora recuerdo.

Me está esperando
al otro lado de morir.
Yo soy la pitonisa:
estoy leyendo
las letras de mi mano con asombro.

Hace diez años
bajó el mes de junio
y ya no se me quita.

Ese hombre me está gritando como un griego.
Me dice que se queda.
Quiere un tazón de leche, hacerme un hijo.
Tengo una hija: ahora recuerdo.
Bajó del mes de abril
e hizo temblar la tierra.

Yo soy la pitonisa,
estoy leyendo
las letras de mi mano con asombro.

Hace diez años
bajó del mes de junio
y escribe desde entonces
la historia que esperaba,
me dice que se queda,
quiere un tazón, un hijo,
mi mano con asombro,
una hija pitonisa,
hace temblar la tierra,
la historia que esperaba.
Y ya no se me quita.




Ana Istarú (Costa Rica, 1960) poeta, escritora, actriz y dramaturga de connotada trayectoria en las letras de Centroamérica. Ha publicado numerosos obras dramáticas y poemarios de gran proyección e impacto, entre ellos La estación de fiebre (1983) libro que destaca por su militante feminismo y la incursión lírica intimista en la poesía erótica. Otros libros publicados: Poemas para un Día cualquiera (1977), Poemas abiertos y Otros amaneceres (1980). En teatro destaca su obra Madre nuestra que estás en la Tierra. Recibió el Premio Machado de Teatro en Sevilla, España, en 1999.

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